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El Universal Ilustrado, la revista del periódico EL UNIVERSAL, se publicó por primera vez el 11 de mayo de 1917 y se convirtió en una publicación que revolucionó el periodismo mexicano gracias a su importante grupo de colaboradores y a que construyó una identidad editorial y una personalidad gráfica; fue sinónimo de innovación y audacia y tenía una perspectiva moderna y atrevida; fue, además, punto de encuentro de poetas, artistas gráficos, músicos, críticos, historiadores y pensadores.

El libro El Universal Ilustrado. Antología, coordinado por el historiador Antonio Saborit, con investigación hemerográfica de Horacio Acosta Rojas y Viveka González Duncan, publicado por el Fondo de Cultura Económica y EL UNIVERSAL, propone una revisión del semanario y destaca el trabajo de uno de sus directores más notables, Carlos Noriega Hope, quien en 1920 asumió la dirección en medio de la efervescencia política, social y cultural y se interesó en la vanguardia, el renacimiento de la literatura mexicana y la expresión del nacionalismo de los años 20.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Antonio Saborit habla de este volumen que reúne textos de José Juan Tablada, Manuel Gamio y Xavier Villaurrutia y Alfonso Reyes, etc; y los trazos de Audiffred, David Alfaro Siqueiros, Miguel Covarrubias, Roberto Montenegro, Rufino Tamayo, Fernando Bolaños Cacho, entre otros.

El libro celebra los 100 años de la primera publicación de este semanario cultural, semillero de eminentes intelectuales. Ahí surgieron grandes autores, nuevos estilos periodísticos y una obra gráfica y fotográfica excepcional. La obra será presentada mañana en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

¿En qué consiste esta revisión de El Universal Ilustrado?

Es una revista sumamente rica. Tiene un elenco de colaboradores muy amplio que tocó numerosísimos temas... se detienen en puntos específicos: el estridentismo, es decir, lo que en la revista se llama literatura de vanguardia; el renacimiento de la literatura mexicana, tema que les importó muchísimo; la tradición subvertida, es decir, la expresión de ese nacionalismo de los 20, muy particular, sin odio al extranjero; y el arte mexicano.

¿El contexto histórico propicia una publicación como esta?

No lo sé. El sentido del estudio introductorio es mostrar de dónde proviene El Universal Ilustrado y explica cómo fue posible. Narro el principio de EL UNIVERSAL, que se desprende de El Imparcial legendario de Reyes Espíndola. Hay un tránsito entre EL UNIVERSAL y El Imparcial, y entre la revista gráfica El Mundo Ilustrado y El Universal Ilustrado; de hecho, en los primeros dos años El Ilustrado se parece mucho a El Mundo; con la llegada de Carlos Noriega Hope la revista empieza a tener un nuevo carácter y factura radicalmente distinta.

¿Una cualidad es que consiguió un tono único, una personalidad?

Sí, tenía un tono muy particular. Dio cobijo muchos artistas gráficos: poetas, narradores y ensayistas, también a pintores haciendo gráfica, o caricaturistas. La oferta es amplísima.

Carlos Noriega Hope está en el olvido, ¿a qué se lo atribuye?

Nadie se acuerda de él. La antología habrá cumplido uno de sus cometidas si nos permite remitirnos a figuras que se han olvidado y que en la actualidad tienen cosas que decirnos.

¿El Universal Ilustrado tiene su justa dimensión en la historia del periodismo mexicano?

Sí. Para mí es una de las revistas literarias más importantes del siglo XX y sin embargo no está en ese rango. En la serie de reediciones que lanzó el Fondo de Cultura Económica de nuestras revistas literarias, no está El Universal Ilustrado. Quizá se deba a que no sólo es una revista literaria, tiene una oferta más amplia que las demás. La escena cultural y la experiencia cultural de los años 20 y 30 son inexplicables sin El Universal Ilustrado. Es una publicación que se tomó muy en serio la literatura y el arte, sólo por esto, por la covocatoria que realizó, por las encuestas que levantó, por las polémicas que propició, por las reflexiones que puso sobre la mesa es una revista sumamente relevante.

¿Marcó el inicio del periodismo cultural?

Esa es una expresión más contemporánea. A ellos les interesó el registro de la vida en su más amplia expresión y justo con el registro de la vida, las manifestaciones de las minorías dinámicas que integraba la sociedad mexicana y lo que movía a estas comunidades letradas. Se volcaron sobre los temas relevantes para estas comunidades. En algún momento se preguntan por la novela de Revolución Mexicana, por la novela que dé cuenta de la revuelta armada que se acaba de quedar atrás y es en este momento cuando reaparece Los de abajo y la figura de Mariano Azuela, un escritor que ya había dejado Los de abajo y estaba haciendo su propia revolución con otros temas mucho más urbanos; pero la discusión se dio en El Universal Ilustrado. Noriega Hope invitó a muchos a hablar de Los de abajo y de la literatura mexicana. Esto es inusitado, él animó la discusión pública de temas que hasta ese momento habían permanecido bajo la reserva del espacio privado. Hizo visible lo invisible, audible para muchos lo que era para unos cuantos.

Las ausencias y los exilios crearon un contexto para crear un equipo de colaboradores muy diverso.

La década armada ha concluido, se vive lo que Jorge Aguilar Mora llama la restauración obregonista después del asesinato de Carranza y empieza el regreso de los mexicanos que salieron al exilio. A este regreso corresponde la integración de varios artistas y escritores al elenco de Noriega Hope: David Alfaro Siqueiros, Miguel Covarrubias, quien pasa una mitad del año en Nueva York y la otra en la Ciudad de México; Fernando Bolaños Cacho, uno de los artistas gráficos que le da una identidad inconfundible a la revista. Ellos le dieron sentido y forma a las páginas de El Universal Ilustrado. Alfonso Reyes es una figura ausente pero cuando llega a la ciudad se siente en la publicación.

¿Cuáles son los hallazgos más relevantes de la investigación?

Tenemos en común Viveka González Duncan, Horacio Acosta y yo, un gusto enorme por El Universal Ilustrado; nos separan muchos años, pero nos une esta pasión por la riqueza y vitalidad de sus páginas. Tratamos de que esta antología pudiera dar cuenta de ello. Es un libro lleno de sorpresas, no me atrevo a decir una. El lector que se dé la oportunidad de acercarse a esta selección va a quedar tocado por la maravilla. La apuesta estuvo en que se viera lo que en los 20 y los 30 se gastaba en las páginas, es una invitación a que se admiren.

¿El fin de la revista tiene que ver con la muerte de Noriega Hope o hay otras razones?

Noriega Hope muere en 1934 sin llegar a los 40 años. La década de los años 30 es otra atmósfera cultural muy distinta a la precedente. La algarabía y las incertidumbres, las apuestas de los años 20 desaparecen en los 30. Tengo una visión sombría de los años 30 y en este clima era muy difícil que sobreviviera una revista como El Universal Ilustrado, que sobreviviera intacta. En los 30 empezamos a ver un nacionalismo muy agresivo en todo el mundo. Es un supuesto periodo de entre guerras, sabemos que aguarda el estallido de otra conflagración mundial unos años adelante y eso se refleja en el ambiente. Está ahí, es otra cosa. El propio país es otra cosa, se están debatiendo en muchos frentes, uno tiene que ver con el reconocimiento de su naturaleza rural, conservadora, creyente; y por el otro lado, sus sueños urbanos, cosmopolitas, seculares, y hay una tensión poderosísima en el ambiente, esto se refleja en El Universal Ilustrado, y se fue apagando la estridencia.

¿Tenían la intención de dejar testimonio de una época?

No lo sé. No estoy seguro de que tuvieran tan nobles propósitos, pero sí sé que pretendían hacer la mejor revista de su tiempo, sin ningún tipo de rubor. Entendieron muy bien que era una revista que formaba parte de una empresa mucho mayor, EL UNIVERSAL, bajo ese techo se plantearon hacer el mejor semanario posible para el país. Están pendientes numerosos estudios a partir de El Ilustrado.

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