Maravillados por el impulso artístico de París , numerosos pintores holandeses, desde Scheffer a Van Gogh o Mondrian, buscaron a partir de finales del siglo XVIII en la capital francesa una nueva inspiración, un movimiento plasmado en una exposición que mañana abre sus puertas a orillas del Sena.

Desde la Revolución Francesa al inicio de la Primera Guerra Mundial los contactos entre las escuelas artísticas holandesas y París fueron corrientes y dejaron una huella mutua que se puede apreciar a través de las 115 obras presentadas en el Petit Palais hasta el 13 de mayo próximo.

Se trata de una exposición conjunta con el Museo Van Gogh de Amsterdam (donde se exhibió hasta el pasado 7 de enero) y en la que también ha colaborado el Instituto Holandés de Historia y Arte de La Haya.

Por momentos, "París parecía la periferia de Amsterdam" a la vista de los numerosos artistas holandeses que acudían a la capital francesa en esos años, más de un millar, aseguró el director del Petit Palais, Christophe Leribault, uno de los comisarios de la muestra.

La capital francesa se había convertido en un cruce de caminos artístico, un hervidero de tendencias atizado por su prestigiosa escuela de Bellas Artes, los numerosos museos que alberga, las galerías y la enorme competencia entre artistas, agregó.

En muchos casos, París era la puerta de salida de artistas que veían sus ansias de renovación subyugadas por el peso de la tradición, un Siglo de Oro de la pintura holandesa que cercenaba intentos de renovación.

Otros acudían simplemente atraídos por la efervescencia artística de la ciudad y, en muchos casos, volvieron a su país, donde importaron nuevas tendencias y contribuyeron a modernizar la pintura holandesa.

Desde Gérard van Spaendonck, que logró sobrevivir a varios cambios de régimen en la corte francesa tras la Revolución, hasta Piet Mondrian, precursor del arte abstracto holandés que aprendió de la mano de Braque y Picasso.

Unos encontraron en París un éxito comercial que les hizo aposentar allí sus maletas y otros, como Van Gogh, acumularon los fracasos, que le llevaron a abandonar la capital y a caer en una depresión que le indujo al suicidio.

No sin antes haber dialogado artísticamente con París, haber bebido de los originales manantiales del impresionismo y haber aportado a esa corriente rompedora nuevas técnicas y temas procedentes de su gusto por la naturaleza.

"París es París, solo hay un París y, por muy dura que sea aquí la vida, incluso si empeora o se hace más dura, el aire de Francia aclara el espíritu y hace bien, mucho bien", escribió Van Gogh, muestra del atractivo que la ciudad tuvo en los pintores holandeses.

jpe

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