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El colectivo de artistas holandeses y mexicanos SMX inauguró ayer en La Haya Huellas de la Memoria, una exposición que homenajea a las víctimas de las desapariciones forzadas en América Latina, a través de mensajes dejados por los familiares que aún los buscan.
La muestra se compone de 80 pares de zapatos colgados, en cuyas suelas hay mensajes, unos desgarradores y otros de esperanza, escritos por personas que buscan a sus allegados.
El calzado desgastado, propiedad de familiares de los desaparecidos, es una metáfora de los miles de pasos que éstos dan en su búsqueda.
La inauguración en la galería de arte Het Nutshuis contó con la presencia de Lucía Díaz, una mexicana cuyo hijo desapareció en circunstancias sin aclarar. “He caminado incansablemente. Los zapatos que usé están rotos de tantos pasos que di buscándolo a él, buscando justicia”, dijo Díaz ante un centenar de personas.
Su hijo Luis Guillermo era un DJ en Veracruz, desapareció en 2013. “No era rico, estaba empezando un negocio y era exitoso”, dijo Díaz, a quien un testigo dijo que su hijo “fue secuestrado en su propia casa”.
Las denuncias no esclarecieron los hechos. “Hay mucha ineptitud y corrupción, a los policías no les interesa averiguar porque a menudo están involucrados”, aseguró.
Díaz indicó que buena parte de las desapariciones forzosas denunciadas en la exposición comenzó con la llamada “guerra contra el narcotráfico”, iniciada por el expresidente Felipe Calderón. “La mayoría de los que caen no son narcos, porque ellos tienen un ejército de sicarios, sino personas inocentes”, dijo Díaz, quien consideró que esa “guerra” es un conflicto en el que “no hay ganadores y sí muchos perdedores, cientos de miles”.
La situación llevó a esta mexicana a fundar en 2016 El Solecito, colectivo que da cobertura legal y apoyo psicológico a los familiares de las víctimas, organiza marchas de protesta y busca pistas por su cuenta.
Las investigaciones del colectivo fueron fundamentales para recuperar recientemente “278 cuerpos enterrados en una colina en Santa Fe”. “Estaban en fosas separadas, como un cementerio clandestino, a 15 minutos del centro de Veracruz. ¿Cómo pudieron hacer eso sin la colusión de las autoridades?”, se preguntó Díaz.
Otro de los pares colgados es de José Ángel, un niño de nueve años. “Me encuentro aquí en la Ciudad de México exigiendo la presentación con vida de mi papá y sus compañeros”, escribió el chico en las suelas, en referencia a los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala en 2014.
El caso causó tal indignación que cruzó las fronteras. “Fue una acción abominable, inhumana y criminal, pero el problema no son sólo esos 43, sino que haya cientos de miles de casos en México”, dijo Díaz.
En la muestra, abierta hasta el 10 de diciembre, también hay zapatos de familiares de migrantes centroamericanos que, en su camino hacia EU, desaparecieron sin dejar rastro.