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Poseedora de un estilo propio en la danza española y flamenca , que la ha llevado a poner en alto el nombre de México, la bailarina, coreógrafa y maestra mexicana Pilar Rioja será homenajeada el próximo lunes en el Palacio de Bellas Artes donde recibirá la Medalla Bellas Artes por su trayectoria e importantes aportaciones al género.
En declaraciones difundidas por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Rioja agradeció la distinción, la cual consideró especial, por ser un recinto en el que dio lo mejor de sí, acompañada por grandes artistas, y aseguró que aunque tiene cuatro años alejada del escenario, no descarta volver a los tablados.
"Para mí es muy emocionante obtener este reconocimiento; es una muestra de cariño y un estímulo para seguir adelante”, comentó Rioja, para quien "la danza ha sido y seguirá siendo lo más importante de mi vida, si me la quitan, me dejan sin respiración, sin la vida".
Hija de padres españoles, Rioja nació en Torreón, Coahuila el 13 de septiembre de 1932 y realizó sus estudios fundamentales en dicha ciudad, donde apenas con seis años de edad ganó un premio por bailar la jota acompañada por su padre.
En 1950 se trasladó a la Ciudad de México donde inició su aprendizaje con el maestro Óscar Tarriba, quien le aconsejó dedicarse profesionalmente a la danza, lo que la llevó a viajar a España donde perfeccionó sus modalidades flamencas con Juan Sánchez "El Estampío".
"Desde ese momento y en toda mi vida, la danza ha sido lo más importante", subrayó Rioja, para quien esta disciplina "es como mi dios, mi religión, el porqué de mi vivir, el cómo me puedo expresar con las demás personas, es donde me siento segura, es mi modo de vida y si me quitan la danza me quitan la respiración y la vida”.
Estudió con José Domingo Samperio, en 1960, y se adentró en los variados tipos de música barroca española e italiana, además de realizar coreografías que partían de la escuela bolera del siglo XVIII. En 1968 contrajo matrimonio con el poeta español Luis Rius, y lució en presentándose en el Teatro de la Zarzuela en Madrid, además de estudiar flamenco con Regla Ortega y folclor con Juanjo Linares.
En 1970 conoció al maestro Manolo Vargas, quien se volvió su gran amigo y consejero. En 1984 falleció su esposo pero ella continuó con su vida profesional, concentrándose en su arte y pasión, inspirada en la danza clásica española que llevó a diversas partes del mundo.
“Desde niña siempre me gustó moverme. Aprendí danza mexicana, moderna y ballet; bailé de todo y lo encaucé a la danza española, que me gustó porque tiene muchas variantes para poder expresarte”, dijo emocionada.
Después la estilicé y desarrollé un estilo donde combiné la parte dulce del mexicano y la parte fuerte de la danza española, agregó. Uno de mis grandes maestros fue Tarriba, quien nunca fue a España pero sabía enseñar muy bien, él me dio confianza en mi carrera y mucho ímpetu para seguir, luego estudié con muchos otros maestros, recordó la maestra.
Con el maestro José Domingo Samperio, añadió, presentó durante cuatro años el espectáculo "Retablo del mirlo blanco", el arte del danzado a la española con castañuelas en concierto, un programa que tuvo mucho éxito. "Luego me desarrollé en el género clásico, español, flamenco y ahora enseño a mis alumnos porque a partir de ellos me puedo expresar”, señaló.
Esa pasión por el tablao la ha llevado a ganar múltiples premios y reconocimientos dentro y fuera de México; además, ha sido musa de escultores, pintores y poetas. Además de las presentaciones, ha realizado una serie de cursos a bailarines y escuelas, dictado conferencias y creado coreografías emblemáticas como "Retablo del mirlo blanco" y "Mística y erótica del barroco".
"Todas las coreografías de mis espectáculos las he hecho yo, aseguró. Todos mis recitales fueron muy variados, había folclor estilizado, danzas boleras de los siglos XVII y XVIII, danza andaluza y flamenco; si faltaba alguno de ellos yo me sentía mal. Ser coreógrafa me dejó mucho y como maestra me ha gustado enseñar de todo a mis alumnos, como el ballet, que es muy importante para cualquier tipo de danza".
“Logré desarrollar un estilo pero lo importante es que cada quien pueda realizar su propuesta. Uno puede agarrar cosas de los artistas, de cualquier época o estilo de danza, pero lo bonito es hacer un lenguaje propio. Yo no les puedo enseñar a mis alumnos a expresar, pero les puedo abrir puertas, ellos se tienen que encontrar así mismos a través de los años, el trabajo y el estudio. Yo estuve en un ambiente muy mágico y de mucho arte”, puntualizó.
También se congratuló de que México sea un país donde hay una gran difusión de la danza española. “Cuando era joven se veían por todos lados cosas españolas, es un mestizaje; la danza española si cuenta aquí con espacios y públicos.
“Para este arte, los jóvenes deben estudiar mucho y tener afición, pero sobre todo deben amar a la danza. Si verdaderamente lo hacen así no van a sentir ningún sacrificio, porque están haciendo lo que verdaderamente les gusta. Ahora son cuatro años que ya no bailo, pero no se me quita la tentación de volver a hacerlo. Por ahora seguiré con la enseñanza”, concluyó.
jpe