La inestabilidad del gasto de gobierno en que no logra estabilizarse desde tiempos de la presidencia de Enrique Peña Nieto, la disminución en los puestos de trabajo de un sector donde la parte más marginal la tienen las y los espectáculos, y las cada vez más escasas producciones con temporadas largas son muestra de un momento complicado en la historia del teatro y las artes escénicas mexicanas. Todo esto entre el cambio de gobierno, el año que recién comienza, y tras la Quinta Jornada Nacional de la Cuenta Satélite de la Cultura, mesa de reflexión que desde 2020 promueve el grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU) y que gira alrededor de los resultados que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía presenta de la Cuenta Satélite de Cultura.

Para , integrante del GRECU e investigadora de artes escénicas y gestión cultural, están lejos los años que fueron identificados por la escritora Esther Seligson como la época de oro del teatro mexicano —de 1977 a 1982— con el Fondo Nacional para Actividades Sociales (FONAPAS) y la posterior crisis tras el fin del gobierno de José López Portillo y el terremoto de 1985. El error fue, cuenta Chavero, que no había una estructura que permitiera que eso perviviera.

De 1988 a 2015, explica, no hubo crecimiento en términos del gasto de gobierno en Cultura. Y para lo que atañe al presente la gravedad es la inestabilidad del gasto de gobierno en Cultura, en la que aparentemente se estarían alcanzando los niveles del inicio de la administración de Peña Nieto; un gasto en el que es complejo cuantificar cuánto le corresponde a las artes escénicas debido a su carácter marginal.

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Para 2012, el crecimiento del gasto de gobierno en Cultura era de 8.5 %, mientras que, para 2022, era de 9.3 %; recuperación ambigua si se considera que es una cifra posterior al Covid y que se enmarca en las inflaciones anuales; da cuenta de ello el artículo “Tapando huecos para dejar baches”, de Antonio Mier, publicado el 19 de diciembre de 2023 en la plataforma Paso Libre, citado por Chavero.

Paso Libre publicó recién una actualización el pasado 5 de enero. El artículo “Crecimiento del gasto de gobierno en cultura en valores constantes” señala una caída que coloca al año 2023 con un 2.3 %. Desde 2021, en el sitio Paso libre se publica una paquete de 24 gráficas con los principales resultados de la actualización de la Cuenta Satélite de Cultura, mismas que ya se encuentran disponibles al 2023 y abren abanico de datos paralelos.

Para detallar un poco la marginalidad que les corresponde a las artes escénicas, Chavero recurre a otro artículo de Mier, “¿Ya nos recuperamos?”, en el que hay tres sectores que se encuentran al final de la lista de los que superaron los daños provocados por la recesión económica a causa del Covid. “Entre las áreas que también influyeron en la reactivación del sector cultural, aunque su peso relativo en el valor agregado es menor que las anteriores, se distinguen: Artes visuales y plásticas, 37.5%; artes escénicas y espectáculos, 26.0%, y Patrimonio cultural y natural con 14.6% real”. Datos que sirven como ejemplo de la marginalidad del sector escénico y la dificultad para delimitarlo. La investigadora cita el libro ¿Cuánto vale la cultura?, de Ernesto Piedras, en el que no hace una cadena de valor de las artes escénicas porque son tan marginales que no se pueden medir, mientras que en otras disciplinas, como la plástica, sí es posible.

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En “Los números del desempleo” (enero, 2024), Mier señala que “en términos absolutos, la pérdida del empleo en el sector fue de casi 200 mil puestos de trabajo en el año del paro, y después de dos años sólo se alcanzó a reactivar casi 90 mil de ellos. Sobre la base de estas cifras, podemos afirmar que en el sector cultural el empleo se reactivó, pero no se ha recuperado”.

Si bien la cifra actual de trabajadores del sector cultural es de alrededor de 1.5 millones, en la Quinta Jornada Nacional de la Cuenta Satélite de la Cultura se informó que en 2023 se generó un millón 439 mil 671 puestos; cifra que si se compara con la de 2022 arroja una disminución de alrededor de 20 mil puestos (caída del 1.4%).

En aquella jornada, el especialista en políticas y gestión cultural, Eduardo Cruz Vázquez, dijo que la caída no había terminado y citó que en 2019 se contaba 1 millón 600 mil puestos de trabajo.

A esta debacle hay que sumarle el ya citado carácter marginal de los empleos en artes escénicas y que, tal como lo escribió Mier, “gran parte de los puestos de trabajo no están sujetos a una relación formal de trabajo”, por lo que toda disminución estaría impactando en un grupo minoritario de trabajadores.

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Chavero informa también que las tres polos de producción teatral que se pueden ubicar son Guadalajara, Nuevo León y Ciudad de México; lo cual, además sectoriza este análisis de pauperización entre la necesidad de mejores empleos y la falta de inversión pública. Señala que en una de sus investigaciones más recientes descubrió que sólo el 5 % de las producciones teatrales en México logran tener una larga vida; es un problema viejo que representa un despilfarro de recursos y trabajo.

“En muchas ocasiones hay que pagar la renta de un espacio y, a veces, las compañías no tienen para pagar esto. Entonces, se va por porcentaje de taquilla y se tiene una temporada de cuatro funciones, es imposible pagar la renta de un foro, a menos de que se tenga una beca”, explica el director teatral e investigador Adrián Nuche, quien detalla la situación de Guadalajara. Un gran problema, explica Chavero, es que en esta materia el gobierno federal sigue ejerciendo más recursos que los estados: y luego, un peldaño abajo, están los municipios. El caso de los tres polos de las artes escénicas en México, aquellos donde más actividades se registran, sirve como ejemplo de la situación nacional.

En Guadalajara, retoma la palabra Nuche, “las instancias de cultura que apoyan a la comunidad artística son la Universidad de Guadalajara y la Secretaría de Cultura. Entonces, se han reducido, por ejemplo, los espacios en Cultura en que puedan participar, a pesar de que hay convocatorias los espacios son cada vez más reducidos. Hubo un tiempo en que había mucho teatro independiente, creo que ha ido a la baja porque los espacios son reducidos (...) Hay apoyo para producir, pero, para mí, que tengo una compañía independiente, me es más solvente meter otro proyecto a una convocatoria porque hay una sobreproducción, pero no hay distribución”.

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En el caso de Nuevo León, el dramaturgo y director Vidal Medina menciona la presencia de convocatorias precarias, los recortes presupuestales, la desaparición del Premio Víctor Hugo Rascón Banda y un trabajo de investigación, hecho hace dos años, que arrojó que 30% de los mil 500 artistas de Nuevo León gana mil pesos al mes.

La actriz Dobrina Cristeva, quien forma parte del Movimiento Colectivo por la Cultura y el Arte de México (Moccam), señala un problema viejo, la falta de coordinación entre alcaldías, así como el gran recurso que años atrás absorbió el Proyecto Chapultepec Naturaleza y Cultura, el hecho de que hay pocos teatros que verdaderamente pertenecen a la entidad y que el presupuesto local está centralizado o, en otra palabras, se apoya mucho en el de la federación. Y es que en la complejidad de la ciudad no pueden compararse las necesidades de alcaldías tan distintas como Coyoacán y Álvaro Obregón, dice.

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