Parecido al caso en el que el expresidente Andrés Manuel López Obrador ordenó el cambio de nombre al Mar de Cortés por Golfo de California, un hecho que sí se concretó por el gobierno estatal en 2021, hoy está latente el cambio del escudo de armas de la Ciudad de México, que data de 1523, concebido por el Rey Carlos V, y que además ha acompañado la historia de la Ciudad de México desde hace más de cinco siglos.
Cambiar este escudo fue idea de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, quien, en medio de la coyuntura histórica por las celebraciones de los 700 años de la fundación de Tenochtitlan, apuntó que es necesario renovar este símbolo por “expresar sólo una parte de la historia de la ciudad, la virreinal”. Informó también que se convocarán a historiadores, académicos, miembros de la sociedad civil y representantes de pueblos originarios para la elaboración de este nuevo símbolo.
Este nuevo cambio se suma a otros ejecutados por la administración de Claudia Sheinbaum en la jefatura de Gobierno de la capital, como el retiro del conjunto histórico de Cristóbal Colón en Paseo de la Reforma, el cambio de nombre de la avenida Puente de Alvarado por México-Tenochtitlan, y otro muy reciente y polémico llevado a cabo por el gobierno del Estado de México, el renombre de la colonia El Paraje, Tultitlán, por Colonia Cuarta Transformación, un hecho que indignó a más de un habitante de esta área, que históricamente ha sido marginada y se mantiene en la pobreza.
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Estos hechos, coinciden historiadores, son semejante al cambio de nombre del Golfo de México por Golfo de América, decreto que en días recientes hizo el nuevo gobierno de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump.
De acuerdo con el historiador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Iván Escamilla, la 4T y el “Make America Great Again” tienen bastantes similitudes en tanto que usan a la historia con fines políticos.
“Los políticos suelen ver la historia como un conocimiento que pueden instrumentalizar para sus fines, y particularmente como instrumento de legitimación. En este sentido, tanto la 4T como el ‘Make America Great Again’ guardan muchas semejanzas, en tanto que apelan a la historia como fundamento de su movimiento, y a la recuperación de lo que se ve como la época de oro de la nación, perdida por culpa de traiciones y fechorías que la desviaron de su ‘verdadero’ camino”, señala Escamilla.
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A través de la historia
El escudo de la Ciudad de México fue usado durante la época colonial y el periodo de Independencia. En el Porfiriato se abandonó su uso y se reservó sólo para los cuerpos de cabildo. En 1929 se retomó cuando se comenzó a dividir a la capital por delegaciones políticas. A partir de ese año y hasta 1995, los gobiernos establecieron diferentes símbolos como escudo oficial, pero no se había ordenado el cambio del escudo de origen novohispano, que era usado de maneras distintas hasta entonces.
En 1995, el entonces jefe de Departamento de la capital, Óscar Espinosa, estableció oficialmente el escudo de armas de la Ciudad de México como escudo oficial del Distrito Federal, con algunas modificaciones en su diseño original y un toque más minimalista. Este diseño todavía permanece en la papelería actual del gobierno de la Ciudad de México.
Para Iván Escamilla es claro que este cambio de escudo es un tema ideológico, sin embargo, lo más cuestionable es que no hay entendimiento de lo que representa un símbolo con las características de escudo de armas.
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“Supongo que la Jefa de Gobierno está pensando que este cambio es como cuando una cadena de comida rápida cambia de imagen o se cambia la imagen de un producto... Les falta la información para entender que esto no es un logotipo. Y lo digo porque cada jefatura de Gobierno ha creado sus propias imágenes, que reflejan la administración del partido que gobierna en turno. Pero aquí veo que se está tocando un símbolo que recoge la historia de la ciudad, y lo peor es que está afirmando que este escudo no refleja la historia la capital, cuando sí lo hace”, detalla.
El historiador subraya que el valor del escudo es histórico, sin embargo, este se ha modificado a través de la historia. “Este escudo, para datos precisos, data del 4 de junio de 1523, y claro que está relacionado, en sus inicios, con la Conquista. Después de la caída de México Tenochtitlan en manos de los españoles y sus aliados se funda un ayuntamiento de la ciudad; hay que entender que la forma en que los españoles hicieron la Conquista fue creando una autoridad y fundando una ciudad. Eso no lo inventaron aquí, era tradición de la Edad Media”, explica.
Y agrega que los reyes de Castilla, núcleo de la monarquía española a finales de la Edad Media, establecían alianzas con otras ciudades. “Una forma de aumentar su poder por encima de la aristocracia fue aliarse con las ciudades y sus gobiernos. Cuando se establecían esas alianzas, las ciudades pedían privilegios, ya sea políticos, económicos u honoríficos. Una forma de otorgar honor era mediante un escudo de armas o blasón heráldico”, detalla.
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El hecho de que el rey Carlos V ordenara la confección de un escudo de armas fue para determinar que la cabeza del reino era la Ciudad de México, agrega Escamilla. Sin embargo, explica, el escudo original retoma elementos de la Conquista y de la zona. “El escudo original tenía de fondo el color azul, lo que señala los lagos de la cuenca; dos puentes y una torre que representan la ciudad y las calzadas; los leones en posición rampante sobre estas torres representan el hecho de la Conquista; y alrededor de esto, pencas de nopal, que hacían alusión al mismo nombre original de la ciudad, el símbolo de Tenochtitlan”, subraya.
El investigador destaca que los hijos de los conquistadores, los criollos, nunca dejaron de usar el nombre de Tenochtitlan para referirse a la ciudad. “Puedes ver los documentos oficiales del siglo XVI del ayuntamiento y decían el nombre de Tenochtitlan, no se olvidó el origen” reitera.
Para el historiador, los conquistadores tenían una idea de continuidad en los símbolos que usaron para renombrar y referirse a la Nueva España, contrario a algunas acciones llevadas a cabo por los gobernantes actuales.
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El divulgador de la historia, Enrique Ortiz, no ve ningún sentido en cambiar el escudo de armas, ya que acompaña a la ciudad desde hace 501 años. “Este escudo de armas nos recuerda este periodo histórico, nos recuerda que aquí hubo una presencia virreinal, nos recuerda que fuimos un reino de España, yo no concuerdo con que se cambie”, señala.
Y agrega que tampoco es ideal cambiar nombres de calles o que se quiten monumentos que aluden a personajes españoles o a batallas. “Hacer ese tipo de cambios alude a un momento político o a una ideología. Lo que este escudo representa son las raíces y los orígenes de la Ciudad de México, es una voz que nos habla del pasado y que nos recuerdan los contextos de dónde venimos”, detalla.
Ortiz también señala semejanzas entre el cambio del escudo y el renombramiento del Golfo de México. “Sí, son semejantes y van de lo mismo, los dos son casos en que predomina la política y la ideología y no la historia”, expresa.
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Sin embargo, agrega una diferencia. “En México esto pasa por un tema de ideología, mientras que en Estados Unidos puede que sea por un tema de imperialismo y superioridad, hay ligeras diferencias con el tema de borrar o polarizar la historia en ambos casos”.
Para el historiador Alfredo Ávila, sustituir el escudo de la capital no es algo que deba sorprender, ya que es un símbolo que poco a poco se dejó de usar. “Hay reglamentación acerca del uso de este escudo, en la práctica no se usa. En el discurso se está diciendo que se trata de un escudo español que tiene poco que ver con la historia de la ciudad, y es cierto, la ciudad fue capital española por 300 años, pero no incluye toda la historia de la Ciudad de México”.
Lo ideal, señala el investigador, es que se haga un escudo que “recupere lo español, lo contemporáneo y lo indígena”. “Eso sería lo ideal, pero creo que los habitantes de la CDMX no se identifican ni con el México prehispánico ni colonial, y es probable que el nuevo escudo busque retomar los elementos de los pueblos originarios”, señala.