Los hechos suscitados en febrero de 2022 en la comunidad de San José de Gracia, Michoacán, en la que un grupo de sicarios disparó a plena luz del día contra personas que estaban en un velorio puede verse como un reflejo de lo que acontece en gran parte del país, donde el crimen organizado parece haber tomado el control a base de violencia y poder. San José de Gracia es sólo un fragmento de una historia, pero que ayuda a entender bien la situación actual de México, una afirmación que se puede sostener gracias a las aportaciones históricas de uno de los intelectuales más importantes del país, Luis González y González (fallecido en 2003), fundador de la microhistoria, rama social de la historia que se sustenta en todas aquellas fuentes que pasan inadvertidas.
Hoy, a 100 años del nacimiento de González y González, historiadores dicen a EL UNIVERSAL que su obra y legado está más vigente que nunca, por el contexto violento y el abandono que parece persistir en gran parte de las comunidades de todo México.
Una de las obras máximas del historiador, Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia (El Colegio de México, 1968), refleja la aplicación de la microhistoria para develar el nacimiento y cambios de esta comunidad, así como la realidad de México a través de pequeñas historias contadas por los ancianos nativos de ese momento y otros hechos que parecen aislados.
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“Lo que hace Luis González con Pueblo en vilo, y luego todo su legado y sus seguidores, es ampliar la visión (de la historia), hacerla más compleja. Porque la única manera de entender al México plural, al México birregional, es a partir de una suma de muchísimas investigaciones que se van a lo complejo”, señala Javier Garciadiego, historiador y miembro de El Colegio de México.
Para Garciadiego, la forma de Luis González de abordar la historia no es reducir, es ampliar la historia: “Si no empezamos a hacer historia subrayando las diferencias, las particularidades, las características regionales, locales, no vamos a entender nunca la historia de México. Va a ser una visión plana, desde arriba, centralizada, y esto fue lo que Luis González combatió”.
El historiador agrega que no todas las comunidades y regiones experimentan de la misma forma los grandes procesos históricos como la Independencia, la Guerra de Reforma o la Revolución, por eso la importancia y pertinencia de la microhistoria, que permite aproximarse a las historias locales para cuestionar la historia de bronce, aquella que ve los procesos de forma plana.
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Para Garciadiego, la microhistoria que se aplicaba en las décadas de los 70 y 80 revelaban tradiciones, modos de vida, costumbres, pero hoy muestran la cruda realidad de comunidades azotadas por el crimen organizado.
“Hoy en día, casi todos los análisis microhistóricos terminan con el crimen organizado, con la violencia generalizada. San José de Gracia, así, en concreto, San José de Gracia ha sido víctima de muchísima violencia en los últimos años. Decimos de forma coloquial, ‘qué bueno que don Luis no lo vio, qué bueno que no lo vio’; le hubiera dolido en el alma que el pueblo fundado por sus antecesores con tanto esfuerzo terminase siendo agonizado por el crimen organizado”, subraya Javier Garciadiego.
El historiador Jean Meyer explica que la forma de hacer historia de Luis González es ver todo lo humano, porque cada pequeña historia y sus detalles permiten reconstruir la realidad de México.
“Se puede ver toda la historia de México a través de la historia de un pueblo, o de cualquier pueblo, o de cualquier persona. Y esa persona que no tiene que ser don Porfirio (Diaz), o don Andrés Manuel López Obrador, o don Lázaro Cárdenas, puede ser una persona desconocida, un campesino, un hombre, un estudiante, o sea, nos abre una perspectiva sin fin. Nadie ha podido imitar eso de Luis González”, explica Jean Meyer.
Revela que Luis González viajó a San José de Gracia para redactar Pueblo en vilo, un proceso que compartió con los habitantes del pueblo, ya que solía compartirles los fragmentos escritos que a diario iba avanzando.
“Iba a la plaza del pueblo, donde siempre ahí había cuatro o cinco ancianos, sentados en las bancas y platicando a gusto. Y Luis venía y decía, ‘con permiso, les voy a leer lo que acabo de escribir y ustedes me van a decir qué opinan’. Y entonces, después, él corregía lo que había escrito, después de haber escuchado a esos señores. Es decir, también se oye la voz de la gente”, narra Meyer.

Por su centenario, la editorial Clío lanzará en digital cinco obras clave de Luis González y González: El oficio de historiar (1999); La magia de la Nueva España (1995); La ronda de las generaciones (1984); Modales de la cultura nacional (1998); y Pueblo en vilo (1968).
“Clío decidió comenzar con la publicación de estas obras en formato digital, que era una cosa que no se había hecho antes. Decidimos, de los 16 volúmenes de obra de Luis González, que se imprimieron en papel en distintos momentos, cinco, los que nos parecieron que representaban mejor la obra de don Luis”, detalla el director de Publicaciones y Contenidos en Clío, Javier Lara.
Para el también historiador, la historia cercana a las comunidades y a la gente suele ser la que más público captura. “La historia a nivel local siempre es la que más le interesa a la gente, la que tiene más cercana, la que tiene más posibilidades de conocer”, dice.
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Lara señala que hoy los cronistas aprenden a hacer microhistoria, ya que Luis González dejó en su obra la forma de contar la historia de sus pueblos y comunidades.
Luis González dirigió la Academia Mexicana de la Historia y fundó El Colegio de Michoacán.
Su valiosa contribución le valió distinciones como el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1983) y la Medalla Belisario Domínguez (2003). “Ese es otro de sus legados, fundar instituciones; luego de la creación de El Colegio de Michoacán, muchas universidades crearon departamentos de historia regional, eso es obra de don Luis González”, explica Garciadiego.
Otra de las aportaciones de González fue su forma de divulgar historia, ya que su escritura y lenguaje inspiró incluso a poetas y escritores. “Luis González tiene una gran influencia de los escritores del occidente de México; cuando uno lee Pueblo en Vilo inmediatamente le brinca Agustín Yáñez, inmediatamente le brinca Juan Rulfo, inmediatamente está presente Juan José Arriola, porque él habla del occidente, de los rancheros de Jalisco”, explica Garciadiego, y señala que el historiador siempre luchó por llevar la historia más allá de las aulas.
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“Luis González estaba absolutamente decidido a que teníamos que llevar la historia a la calle, no nada más escribir para nuestros colegas y nuestros alumnos, él decía que teníamos que ir a la calle, y por ello se involucró en muchos proyectos”, añade.
Meyer lo considera un poeta y un maestro de la escritura. “Luis González se distingue de otros exploradores de las ciencias humanas porque es un verdadero escritor, un poeta, un inventor. Le gusta escribir, amó el lenguaje, amó nuestra lengua española. En su libro está presente la historia clásica, la de los archivos, de los manuscritos, de la letra impresa, pero también la historia oral".
Agrega que es un historiador humanista. “Totalmente humanista, muy interesado en la vida real, concreta, de la gente, en la vivencia de la gente, en sus sentimientos, en los sustos, en los gustos. Habla de la comida, habla de las relaciones entre hombres y mujeres, habla del orgullo del ranchero, del hombre a caballo”, cuenta Meyer, y menciona que Luis González fue hijo de la nación mestiza.
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“Es hijo de los fundadores de San José de Gracia, tiene los cabellos negros del indio, los pómulos anchos, los ojos rasgados, el tórax desarrollado de las razas nacidas a 2 mil metros de altura. Pero al mismo tiempo hay una mezcla de judío andaluz, de mulato de Veracruz, es esa mezcla de leche y de chile que para mí es México y para mí es Luis González. Es un hombre que quise y quiero muchísimo, y para mí no ha muerto”, concluye Jean Meyer.
Javier Lara señala que González entendía la historia de bronce, pero siempre fue más allá de buenos y malos, de héroes y villanos.
“No creía que la historia pudiera estar limitada a eso ni que la gente fuera incapaz de comprender la historia de esa manera, en blanco y negro, con buenos y malos. Él pensaba mucho en los matices, en contar la historia con matices, darnos cuenta de que esos héroes no habían sido tan heroicos y los villanos no habían sido tan malos”, apunta Lara.