A 500 años de la muerte de Cuauhtémoc, la revista "Arqueología Mexicana" presenta un número especial dedicado al último tlatoani de México-Tenochtitlan, en el que trabajaron, durante poco más de tres años, el investigador emérito del INAH, ; los historiadores María Castañeda de la Paz, Miguel Pastrana, Salvador Rueda y Antonio Saborit; y la arqueóloga Patricia Ledesma.

En febrero se marca el aniversario de su partida, cuenta en entrevista Enrique Vela, editor de la revista. Con motivo de la efeméride, un grupo de especialistas preparó un seminario y discutió ciertos aspectos de la vida y muerte de Cuauhtémoc. Estas reuniones también tuvieron como resultado la exposición "Cuauhtémoc, historia y memoria", que puede verse en el.

"También decidieron que sería buena idea que nosotros, una revista de circulación amplia, publicáramos los resultados de su investigación", continúa Vela y detalla que, por ejemplo, el artículo que escribió Pastrana es un análisis del significado del nombre Cuauhtémoc.

Foto:  Arqueología Mexicana
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"Habitualmente se cree que su sentido es ‘águila que cae’, lo cual es incorrecto. Cuauhtémoc quiere decir ‘descendió como águila’. En otras palabras, se trata de un animal que desciende para atacar, es un nombre con implicaciones de índole militar más que nada y, normalmente, la traducción ‘águila en el ocaso’ o ‘águila que cae’ da la idea de un águila que está muriendo y descendiendo con el Sol, y es una idea errónea".

Enrique explica que Pastrana llega al verdadero significado del nombre a partir del análisis de códices, crónicas y un buen conocimiento del idioma, ya que él es hablante del náhuatl. "Ésta es una interpretación novedosa y, prácticamente, todo el número tiene estos ángulos nuevos. Son interpretaciones nuevas de Cuauhtémoc como fenómeno".

Una genealogía de Cuauhtémoc, por ejemplo, puede leerse en el artículo de Castañeda: "Quiénes eran sus padres y la relación que tenía con la casa gobernante de Tenochtitlan, porque se tiende a pensar que Cuauhtémoc era un gobernante de Tlatelolco y por ello fue elegido como el último tlatoani; se piensa que era un miembro de la clase gobernante de Tlatelolco, pero resulta que él era nieto de uno de los tlatoanis de Tenochtitlán, era un guerrero destacado y tenía todos los atributos para ser elegido gobernante. Estos temas, el linaje y el significado del nombre, son nuevos".

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Otro artículo de Pastrana le da contexto a lo que debió ser la niñez y juventud de Cuauhtémoc; puesto que era nieto de un tlatoani, tenía acceso a una educación especial enfocada en la preparación en las artes de la guerra y en la administración, continúa Vela y abunda sobre el papel que jugó Cuauhtémoc durante el sitio de Tenochtitlan, el cual Ledesma explica en su artículo:

"A Cuauhtémoc le toca ser el gobernante de Tenochtitlán justo cuando ocurre el asedio final de los españoles, y él se encarga de organizar toda la defensa, con la ventaja, entre comillas, de que era el gobernante de Tenochtitlán, pero también era alguien con mucho poder en Tlatelolco. Entonces, las dos ciudades se unen en la defensa de la isla, y Cuauhtémoc lleva a cabo la guerra, una guerra desigual porque Cortés estaba siendo apoyado por miles de indígenas de otras regiones: tlaxcaltecas y totonacas que lo ayudaban en la lucha contra los mexicas, a quienes los tenían sometidos. Además, la manera de hacer la guerra de los españoles era distinta a la de los mexicas, y de eso sacan ventaja".

Foto:  Arqueología Mexicana
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Ledesma explica con detalle la sucesión de hechos hasta la aprehensión del tlatoani. "Sobre Cuauhtémoc, como sucede con pocos personajes de la historia mexicana, hay un montón de entendidos, lugares comunes y frases que no dijo o que dijo de otra forma. Se cree que, cuando lo capturan los españoles, él dice: toma este cuchillo y mátame. Pero este hecho debe entenderse en el contexto de la captura de Cuauhtémoc: una vez que un guerrero mexica era derrotado, debía ser sacrificado y eso no era una humillación ni un mal destino. En su cosmogonía, ser derrotado y ser sacrificado era parte del ciclo vital del individuo; significaba algo más que la mera ejecución".

Otro lugar común se relaciona con el papel de los tlatoanis. Ellos, dice Vela, nunca dejaron de ser gobernantes, aunque siguieron siéndole útiles a la Corona, "al grado de que los españoles les reconocían sus privilegios y su papel como administradores de la ciudad. Cuauhtémoc siguió siendo gobernante de Tenochtitlán una vez tomada la ciudad, pero Cortés lo traía todo el tiempo con él porque le daba temor que organizara alguna sublevación".

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En el artículo que Ledesma Bouchan y Rueda Smithers firman juntos se explica la manera en que Cuauhtémoc fue torturado: "No solo le pusieron fuego directo sobre los pies, sino que se trató de un procedimiento un tanto más sofisticado que, a la larga, lo dejó paralítico".

El tema del artículo de Matos Moctezuma, quien dirigió la investigación presentada, es la muerte de Cuauhtémoc: "Se tiende a decir que Cuauhtémoc fue asesinado por Cortés, pero, en realidad, Cortés lo enjuició; quiere decir que estableció un tribunal, hubo jueces, se hicieron las indagatorias, se presentaron testimonios y se le halló culpable para ser ejecutado. Esto fue en febrero de 1525".

Saborit y Rueda, respectivos directores del Museo Nacional de Antropología y del Museo Nacional de Historia, presentan un recuento de la manera en que Cuauhtémoc, de ser un personaje "si bien importante, pero poco conocido tras la Conquista", se vuelve para los historiadores una figura casi mandada a hacer: "Empezó a representar la resistencia ante España y cobró forma toda una historiografía —una mitología, yo diría— alrededor de la figura de Cuauhtémoc, al grado de que se convierte en el héroe de México por excelencia; a partir, claro, de la necesidad de formar una conciencia nacional, una idea de nación para la cual se recurre al pasado prehispánico".

"Claro que Cuauhtémoc tuvo sus méritos, pero no era heroico, sino que obedeció a sus circunstancias. Más que responder a una visión histórica, la figura de Cuauhtémoc está supeditada a una visión política e ideológica sobre la necesidad de contar con un héroe prehispánico en contraposición con la figura del héroe occidental", concluye el editor.

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