La muerte de un migrante hondureño, a causa del impacto de una bala de goma en la cabeza al enfrentarse ayer con Policías Federales en un nuevo disturbio en la frontera de Guatemala con México, representa el agravamiento de la crisis desatada por las caravanas de migrantes que han colocado a la República mexicana en el peor dilema migratorio de su historia: de un lado está nuestra tradición histórica como país de refugio y migración constante y permanente —tanto la propia que expulsamos a Estados Unidos, como las muchas oleadas que recibimos de Centroamerica y de otras partes del mundo— y del otro lado la presión política y diplomática de Donald Trump y su discurso criminalizador y xenofóbico que obliga a un presidente débil y ausente como Peña Nieto, a convertirse en su policía y su garrote antiimigrante.

Y detrás de este nuevo fenómeno de migración colectiva (que ocurre justo a semanas de las competidas y estratégicas elecciones intermedias por el Congreso de Estados Unidos) y de la nueva caravana que ayer intentó por la fuerza ingresar a territorio mexicano y se enfrentó con violencia a las autoridades guatemaltecas y mexicanas, provocando la muerte del indocumentado por una bala de goma, no parecen estar solo la pobreza, el desempleo y la violencia estructural que padecen los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos; que si bien siguen siendo la causa original de su desesperada migración, ahora estas hordas migratorias parecen azuzadas por otros intereses y otras manos que los incitan y los alientan a aprovechar el descontrol y la debilidad de un gobierno mexicano sumido en plena transición de dos presidentes.

Porque hasta son más los que pierden que el que gana con estas repentinas oleadas de migrantes. No ganan los hondureños ni centroamericanos que por necesidad y desesperación aprovechan la emigración masiva y la fortaleza y el valor que les da el anonimato, pero que exponen a sus niños (casi un tercio del total de las caravanas) mujeres y personas de edad avanzada a sufrir desde los embates de las fuerzas policiacas mexicanas y guatemaltecas hasta el hambre, la sed y la fatiga del difícil tránsito por el sureste mexicano. Tampoco ganan y más bien pierden los presidentes de Honduras, Guatemala y El Salvador, que se muestran al mundo como autoridades fracasadas de Estados fallidos que no pueden garantizar a sus habitantes los requerimientos mínimos de bienestar y seguridad para evitar que se lancen de manera masiva y peligrosa a buscar lo que sus gobiernos no pueden darles y en su desesperación sólo atinan a denunciar (Jimmy Morales y Juan Orlando Hernández) “intereses políticos”, sin tener el valor de ponerle nombres y apellidos a sus denuncias.

Mucho menos gana el gobierno y la sociedad mexicana, que se ve expuesto y exhibido, en el caso de las autoridades, en toda su debilidad, incongruencia e incapacidad primero para contener la oleada migratoria y luego para garantizarles ya no solo sus derechos humanos fundamentales, sino sus necesidades más básicas como personas en calidad de migración; al mismo tiempo que la sociedad mexicana se divide y polariza y una parte se muestra en todo su racismo y contradicción de ser un país de migrantes en el que miles de familias y regiones sostienen su economía gracias a la migración ilegal a Estados Unidos.

Tal vez el único que gana con todo este fenómeno de migración masiva y de “caravanas” que se forman un día sí y otro también, es Donald Trump y su proyecto político que intenta mantener a toda costa una mayoría que peligra en las inminentes elecciones de su país. Porque a nadie como a él le ha venido bien y le ha servido los miles de migrantes que caminan por las carreteras mexicanas o los otros que intentan entrar a la fuerza a nuestro territorio, incluidos los muertos por accidentes o en la refriega, porque le sirven para atizar el discurso nacionalista, xenófobo y antiinmigrante de buena parte de su electorado blanco ignorante. La movilización del Ejército estadunidense a la frontera con México y el discurso de “criminales y terroristas” en contra de los migrantes centroamericanos, al igual que su presión constante a México y a su gobierno para que “los detengan”, no hacen sino sumarle simpatías y votos en las encuestas a Trump que se muestra ante sus votantes como el “salvador” y el “presidente que sí cuida y cierra sus fronteras de la amenaza terrorista y criminal de la migración ilegal”. Y si solo hay uno que gana con todo esto, la pregunta entonces cobra mucho sentido: ¿quién azuza a las caravanas?

NOTAS INDISCRETAS… Seis nuevas denuncias relacionadas con los millonarios desvíos en la Sedatu y la Sedesol, bautizados como la Estafa Maestra serán presentadas en los próximos días por la Auditoría Superior de la Federación, como parte del informe de resultados que rendirá el auditor David Colmenares ante la Cámara de Diputados. Y entre los seis nuevos imputados hay varios colaboradores muy cercanos a Rosario Robles, tan cercanos como Emilio Zabadúa, su oficial mayor en las dos dependencias y responsable de los contratos que iban a dar a “empresas fantasmas” vía organismos públicos y universidades estatales. ¿Quiénes mas serán denunciados ante la PGR?... Anoche, hasta el cierre de esta columna, se estaba en espera de conocer los resultados luego de tres días de consulta sobre el nuevo aeropuerto. Y con todo y sus irregularidades y fallas, se esperaba que la cifra de participantes rebasara el millón de personas. ¿Sigue Texcoco o empezamos a planear Santa Lucía? La decisión, dicen, fue de muchos, pero la última palabra sólo la tiene uno. Y ya saben quién… Los dados mandan Serpiente doble. Mal inicia la semana.

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