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Si como reza el lugar común “los políticos no se retiran”, ¿los tecnócratas sí? Porque el lunes pasado, desde Madrid, España, Luis Videgaray Caso, el hombre más poderoso del sexenio que termina, consejero infaltable del presidente Peña Nieto, anunció su retiro “de la vida pública”.
Con apenas 13 años en el servicio público, la mayor parte de ellos en áreas hacendarias y financieras, el influyente secretario, que alguna vez se definiera como “aprendiz” de canciller y que llegara a ser insistentemente mencionado como aspirante presidencial del PRI, dice ahora: “Nunca he pensado en mí como un político de carrera, y para mí termina una etapa maravillosa al servicio de mi país”.
Videgaray habla de comenzar “una etapa diferente, lejos de la política y del servicio público”, y aunque no lo menciona, desde hace algunos meses se dice que ya tiene amarrado un contrato con una poderosa firma financiera estadunidense (BlackRock) para fungir como asesor en Nueva York en gestión de grandes capitales e inversiones, aprovechando su experiencia como ex titular de Hacienda en México y su reciente papel en la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde se dedicó a cultivar una cercana relación con la administración de Donald Trump, a partir de su amistad con el polémico yerno del presidente estadounidense, Jared Kushner.
Y aunque hoy reniega de la política, en el equipo de transición del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, afirman que Videgaray aprovechó esta etapa —con su papel protagónico en las recientes negociaciones del nuevo Tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá— para operar políticamente un retiro tranquilo de la vida pública a partir del próximo 1 de diciembre. Y lo hizo con un acercamiento muy marcado con quién será su sucesor en Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, a quien acercó a la Casa Blanca y le cedió todo el reconocimiento de los logros en las negociaciones del nuevo tratado, con miras a ganarse a uno de los operadores más influyentes de López Obrador y evitar cualquier rencilla o investigación de su actuación en el próximo gobierno, sobre todo en temas como su cuestionada casa de descanso en Malinalco.
Hoy, en preparación de su próxima salida del gobierno y del cambio de vida que se propone, el que fuera catalogado por empresarios, gobernadores y hasta por sus compañeros de gabinete como un “soberbio” secretario de Hacienda, se da espacio para la autocrítica, que nunca tuvo en el ejercicio del poder, y reconoce que en el gobierno del presidente Peña “hubo asignaturas que no tuvieron los resultados esperados”. Aunque no se refiere necesariamente a errores suyos o a su cuestionada y fallida reforma fiscal, que ni mejoró la recaudación ni resolvió el grave problema de las finanzas públicas y sí en cambio dejó a un país cuya deuda creció a casi 50% del PIB, sino más bien al tema de la inseguridad y la violencia, con lo que da un raspón de “despedida” a su ex compañero y acérrimo enemigo del gabinete, Miguel Osorio Chong.
“Parte de la madurez política es que todos los actores que participamos en política tengamos la capacidad de hablar más allá de la propaganda y reconocer lo que no ha funcionado bien”, dice, para luego apuntar que ya en su informe el propio Peña Nieto fue claro “al hablar, por ejemplo del tema de la seguridad pública y la violencia en el país”.
Así que Videgaray se despide y anuncia su próximo retiro público cuando al parecer ya tiene pavimentado el camino hacia un exilio dorado en el acaudalado mundo financiero de Nueva York. Y a dos meses de que termine el que dice que será su último cargo público deja más dudas que certezas: ¿de verdad fue el “genio financiero” que siempre vendieron sus panegiristas?, ¿aprendió finalmente a desempeñar la patriótica labor de un canciller?, y la última, ¿cuánto y cómo pagó realmente su mansión de Malinalco?
NOTAS INDISCRETAS… En el año de Hidalgo (chin, chin el que deje algo) los últimos meses suelen ser los que más aprovechan los funcionarios para despedirse de su vida de funcionarios públicos. Y si no que le pregunten al coordinador de Zonas Económicas Especiales (ZEE) del gobierno federal, Gerardo Gutiérrez Candiani, quien hace unos días fue visto muy contento paseando por la calle de Alcalá en un viaje “de promoción” por la capital madrileña al que lo acompañaron su compadre Benjamín Hernández y otro joven funcionario de las ZEE. Y en sus recorridos madrileños se les sumó la eterna (e investigada) directora de ProMéxico en España, Ximena Carazo, quien a pesar de haber sido señalada por la Auditoría Superior en 2013 de dispendios y favoritismos en el otorgamiento de contratos a sus amigos en España, sigue apuntalada en esa oficina por sus palancas empresariales como su cuñado Claudio X. González y su protector Benjamín Diez Morodo. El caso es que Gutiérrez Candiani de Madrid viajó a París y cuentan los que lo vieron en los aviones que los viáticos federales dieron para vuelos en primera clase y champán, mientras las Zonas Económicas Especiales nunca fueron tan especiales ni se desarrollaron. Total, el viajecito de despedida… Los dados mandan Doble Serpiente. Bajan.
sgarciasoto@hotmail.com