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Son la expresión neonazi mexicana. Son porros, pero versión 3.0: como sus antecesores cultivan la violencia como modo de relación y celebran cada asalto como si fuera una victoria de proporciones épicas, pero ahora coleccionan las fotografías de sus víctimas para colgarlas en la red y se regodean eufóricos por las consecuencias virtuales de su barbaridad.
Las páginas de Facebook y los canales de Youtube que utilizan para comunicarse son un libro abierto para quien quiera leer a estos personajes siniestros que están empeñados en meter a la Universidad, y con ella al país, en una situación indeseable.
Ayer el rector Enrique Graue visitó el plantel Azcapotzalco del Colegio de Ciencias y Humanidades. Se reunió durante más de una hora con 500 alumnos, con padres de familia y con los profesores del plantel. Escuchó las peticiones y accedió a cada una de ellas. Al final de la reunión la comunidad universitaria se despidió solidaria al grito de Goya.
Mientras tanto, en el exterior del recinto, se juntó un grupo reducido de sujetos que se quedaron fuera de la reunión porque no contaban con credencial de estudiantes, ni eran parte de la comunidad CCH.
Estos neoporros esperaron a que la reunión terminara y montaron teatro cuando el rector se dirigía hacia su vehículo. Por desgracia, la estrategia de estos sujetos funcionó: varios medios ignoraron lo sucedido durante la reunión y comunicaron una descripción falsa de la realidad.
Como ejemplo está la nota que el portal del Sol de México publicó un par de horas después: “Al grito de ‘fuera Graue’ estudiantes corren al rector de la UNAM del CCH Azcapotzalco.”
¿Dónde quedó para ese periodismo el diálogo que sí tuvo lugar? ¿Dónde la aceptación del rector para que se asignara un mayor número de docentes? ¿Dónde fue a parar el compromiso de Graue para combatir el acoso hacia las mujeres? ¿Dónde la promesa de sacar de la UNAM a los porros y a quienes les subsidian? ¿Dónde el Goya celebrado a coro por la comunidad?
Estamos en una época donde la realidad puede ser enmascarada con demasiada facilidad porque a la violencia física y verbal de ayer, se añade ahora la propaganda en internet y también la ingenuidad de quienes caen en la trampa.
Los neoporros no se mueven solos. Se alquilan al mejor postor y hay muchas manos con ganas de descomponer el ambiente. En la UNAM no estamos presenciando una crisis universitaria, en estricto sentido, sino la ambición deliberada de hacer arder los ánimos del país.
Paradójicamente hoy se celebran 50 años de que sucediera una de las manifestaciones políticas más dignas que hayan tenido lugar en México: la marcha del silencio. En 1968, desde la explanada del Museo de Antropología hasta el Zócalo, miles de estudiantes caminaron convencidos de que la paz, significada por el silencio, serviría para hacer entrar en razón al gobierno autoritario encabezado por Gustavo Díaz Ordaz.
¿Será que hoy podamos hacer lo mismo? Devolverle a los violentos de nuestra época una bofetada con nuestro silencio. Muchos marcharemos esta tarde intentando conmemorar aquella dignidad.
La inmensa mayoría que habita nuestro país desea desterrar la ira ciega y destructora que nos recorre. Marchar hoy —en silencio— es para que la paz se imponga sobre la guerra; es para rechazar al autoritarismo de Estado y también la barbarie de los neoporros.
ZOOM: los agresores son el brazo armado y enloquecido que políticos de medio pelo con intereses inconfesables están utilizando para dañar a la Universidad Nacional. Para ellos va hoy nuestro más sonoro silencio.
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@ricardomraphael