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#LaVozDeLosExpertos
El consumo de drones para uso personal y comercial debería de rebasar los mil millones de dólares en ventas este año. La Asociación de Tecnologías de Consumo de EE.UU. estima que para el 2018 se venderán cerca de 4.5 millones de drones en Estados Unidos. Para darnos una idea, esa cantidad de pequeños helicópteros no tripulados es alrededor de un millón menos que los autos en la Ciudad de México.
Los drones han venido a cambiar nuestra sociedad, así como lo hizo en su momento el teléfono celular y aún más el smartphone. Alguna vez conté mi primer encuentro cara a cámara con un drone, era un zumbido molesto una madrugada afuera de la ventana del apartamento en el que vivía. Una agencia creativa y una productora habían decidido grabar un comercial y, sin notificar a ningún vecino, estaban en la avenida grabando.
El zumbido me levantó y al ver al objeto volador ya identificado afuera de mi ventana, mi primera sensación fue de invasión a la privacidad, seguido de unas ganas tremendas de tener un rifle de municiones a la mano. Después lo medité y vi que estaban haciendo el zoom out, pero no entendí por que no lo podían hacer por donde no hubiera residencias (por la calle). En fin, esto me dejó muy claro que deben existir reglas, al menos cívicas, de que si voy a hacer algo con drones tengo que avisar a la gente que reside en la zona, o hacerlo en un espacio abierto.
Pasados los años, viendo estas cifras y en especial como han bajado los precios de estos dispositivos voladores, mi preocupación sigue. Entiendo las regulaciones federales y aeronáuticas, pero también están las civiles y de buena convivencia. No me malinterpreten, me encantan las fotografías aéreas y hay personas como @dronerobert (Instagram) que sin invadir la privacidad nos dan unos encuadres y ángulos pocas veces soñados.
El gran tema es que al crecer la cantidad de drones, crecen los riesgos de malentendidos, lo que llevará a más reglas. Además empresas como Amazon, Snapchat, Intel, Facebook o Google están invirtiendo millones en el desarrollo de drones. Las empresas de tecnología y las operadoras de logística quieren ponerlos a trabajar para entregar paquetes o mantenerse cerca en carreteras y líneas eléctricas a cientos de kilómetros.
La Administración Federal de Aviación (FAA) espera que más de 400 mil vehículos aéreos no tripulados podrían volar con fines comerciales en los próximos cinco años. Eso es un aumento de más de seis veces a partir de hoy. Por lo que trabaja con la industria para proponer nuevas directrices respecto a los drones y permitir que las nuevas tecnologías tomen vuelo. Pero el gobierno debe ser cuidadoso al abrir el cielo a millones de drones útiles, pero que a la vez podrían causar problemas de seguridad, faltas a la privacidad y peligros a la infraestructura nacional y otros temas de seguridad nacional.
Hoy en día en Estados Unidos los drones que no son de uso exclusivo del ejército se dividen en personales y comerciales. Los personales pesan menos de 250 gramos y a parte de tomar videos de bodas, también se usan para algunos negocios como televisión, bienes raíces o aseguradoras. Los comerciales están típicamente especializados para cosas como cartografía en 3D, entrega de paquetes o revisión de equipos industriales.
Fuera del #ruidoblanco, un beneficio que pueden tener los drones es llevar ayuda humanitaria en emergencias. Lo que se tiene que arreglar es la corresponsabilidad del objeto no tripulado con quien lo controla.
El consumo de drones para uso personal y comercial debería de rebasar los mil millones de dólares en ventas este año. La Asociación de Tecnologías de Consumo de EE.UU. estima que para el 2018 se venderán cerca de 4.5 millones de drones en Estados Unidos. Para darnos una idea, esa cantidad de pequeños helicópteros no tripulados es alrededor de un millón menos que los autos en la Ciudad de México.
Los drones han venido a cambiar nuestra sociedad, así como lo hizo en su momento el teléfono celular y aún más el smartphone. Alguna vez conté mi primer encuentro cara a cámara con un drone, era un zumbido molesto una madrugada afuera de la ventana del apartamento en el que vivía. Una agencia creativa y una productora habían decidido grabar un comercial y, sin notificar a ningún vecino, estaban en la avenida grabando.
El zumbido me levantó y al ver al objeto volador ya identificado afuera de mi ventana, mi primera sensación fue de invasión a la privacidad, seguido de unas ganas tremendas de tener un rifle de municiones a la mano. Después lo medité y vi que estaban haciendo el zoom out, pero no entendí por que no lo podían hacer por donde no hubiera residencias (por la calle). En fin, esto me dejó muy claro que deben existir reglas, al menos cívicas, de que si voy a hacer algo con drones tengo que avisar a la gente que reside en la zona, o hacerlo en un espacio abierto.
Pasados los años, viendo estas cifras y en especial como han bajado los precios de estos dispositivos voladores, mi preocupación sigue. Entiendo las regulaciones federales y aeronáuticas, pero también están las civiles y de buena convivencia. No me malinterpreten, me encantan las fotografías aéreas y hay personas como @dronerobert (Instagram) que sin invadir la privacidad nos dan unos encuadres y ángulos pocas veces soñados.
El gran tema es que al crecer la cantidad de drones, crecen los riesgos de malentendidos, lo que llevará a más reglas. Además empresas como Amazon, Snapchat, Intel, Facebook o Google están invirtiendo millones en el desarrollo de drones. Las empresas de tecnología y las operadoras de logística quieren ponerlos a trabajar para entregar paquetes o mantenerse cerca en carreteras y líneas eléctricas a cientos de kilómetros.
La Administración Federal de Aviación (FAA) espera que más de 400 mil vehículos aéreos no tripulados podrían volar con fines comerciales en los próximos cinco años. Eso es un aumento de más de seis veces a partir de hoy. Por lo que trabaja con la industria para proponer nuevas directrices respecto a los drones y permitir que las nuevas tecnologías tomen vuelo. Pero el gobierno debe ser cuidadoso al abrir el cielo a millones de drones útiles, pero que a la vez podrían causar problemas de seguridad, faltas a la privacidad y peligros a la infraestructura nacional y otros temas de seguridad nacional.
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