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“It could very well be the most powerful and beneficial technology ever created.” ―Ilya Sutskever & Dario Amodei
Durante la historia de la humanidad las tecnologías que han sido creadas por nuestra mano han tenido polos opuestos. Las armas que lograron defender territorios, ideas y familias, también han destruido familias, ideas y conquistado territorios. Los martillos siguen siendo tan útiles para trabajar con madera pero continúan lastimando dedos. Los sensores nos permiten abrir puertas con las manos ocupadas, pero también conocer las rutinas de la gente en una empresa o edificio.
Los humanos tenemos cierto chip predefinido por mostrar interés en los chismes, en especial si suenan morbosos o alguien manifiesta alguna idea con palabras apocalípticas. Esto es algo que ha involucrado a la inteligencia artificial (IA) desde hace tiempo y como he mencionado, todavía estamos entre el aprendizaje de las máquinas y no tanto en la IA, mucho menos en territorio de la singularidad. El problema no está en el conocimiento o desconocimiento de este tema, sino en nuestro pobre entendimiento sobre la variable: tiempo; porque si, es relativo.
Un procesador es capaz de realizar varias operaciones por segundo, varios procesadores pueden tener resultados exponenciales. Los sensores que traen la información a los procesadores van mejorando cada día, lo vemos en los celulares (todas las preguntas que ha generado el reconocimiento facial del nuevo iPhone). A esto se suma el que los procesadores también se van especializando; CPU, GPU y ahora sabemos que el Google Pixel 2 tiene un IPU (unidad de procesamiento de imagen con ¡8 procesadores dedicados!) durmiente hasta que llegue una actualización de software.
Este entendimiento sobre lo que puedo agregar hoy de hardware para que: inicie la producción masiva de ciertos chips y con ello bajar su precio al mismo tiempo que me permite ofrecer mejoras con el tiempo a los dueños de un dispositivo. Esta idea no es nada loca, es justo lo que en un mercado neoliberal y altamente fijado en la satisfacción del consumo queremos escuchar y vivir. Pero a la hora de llevar este pensamiento y este crecimiento hacia la nueva herramienta que estamos creando con las computadoras nuestra satisfacción puede llegar a cambiar.
Como humanos tenemos valores, tenemos diferenciación cultural y modismos que se vuelven modales. Este tipo de información complementaria no es necesariamente la que le estamos dando hoy a las computadoras de machine learning para que complemente lo que aprenden. No le estamos enseñando a decir gracias cada vez que le damos datos para alimentarse, pero tampoco le estamos agregando la variable humana a cada cosa que aprende desde cero, “desde ayer’ dirían unos, desde hace 5 años dirían los del tiempo menos relativo.
La Inteligencia Artificial nos va a beneficiar a todos, sin duda, pero tenemos que poner variables humanas desde la concepción para que el sistema deje de estar basado en maximizar o arreglar, que es como lo programan hoy gente dedicada a eso: maximizar y arreglar (ingenieros). Tenemos que agregar que si la batería y los procesadores están autorregulados por IA dejen a un lado el #ruidoblanco de la optimización y si la temperatura del celular está creciendo exponencialmente dentro del bolsillo de una persona decida apagarse antes de que algo pase y queme a quien porta el dispositivo, por decir algo.
Antes de liberar el poder de la IA en el mundo se necesita trabajar más en el campo de la seguridad, cuyo objetivo debe ser garantizar que estos sistemas van a perseguir sus objetivos de una manera que beneficie a la sociedad y se alinee con los intereses de sus creadores humanos. Pero Ia IA requerirá más autonomía y estos sistemas alcanzarán sus objetivos a velocidades limitadas únicamente por sus recursos computacionales, velocidades que probablemente superarán la capacidad de supervisión humana. En otras palabras, en el momento en que notemos algo preocupante, podría ser demasiado tarde.
@ricardoblanco
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