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Para alcanzar objetivos y resultados en la 4T, es importante una sinergia política nacional entre actores de la república a través de nuevos ciclos virtuosos en la división de poderes y la eficacia de la implementación de sus políticas y programas: entre Presidencia y administración, autoridades políticas constitucionales, empresarios, ciudadanía, grupos de poder / liderazgos sociales formales e informales, organizaciones de la sociedad civil y las comunidades.
El espacio de tiempo social y político para el cambio es relevante y permitirá alentar la adhesión a los fines de la transformación nacional, imprescindible para ser aplicados a la conducción de la economía, la administración pública e incluso, del proceso de pacificación justa. Es clave entonces un nuevo sistema de gestión pública integral y complejo de la 4T que permita
Desarrollar las coordenadas estratégicas e institucionales en consonancia con la voluntad, proyectos y prioritarias de Estado del Presidente y de acuerdo a su estilo de ejercicio del poder.
Dar flexibilidad a la implementación de las decisiones políticas y programas para construir los cambios sociales y los resultados de la 4T, ya que ello permitirá que sea ejercicio de derechos y libertades de gobernantes y gobernados en pro de un régimen democrático: “Es la falta de flexibilidad, muy a menudo, lo que nos hace tropezar" [Bauchau, Henry. Antígona. CONACULTA, Verdehalago, México, 2003].
Moldear el control técnico, normativo y operativo en la gestión pública de la 4T. Será clave para actores de la república (quienes incluso solían estar fuera de la escena institucional y de la esfera de decisiones), sean convocados, escuchados y deliberen el delineamiento de políticas y programas.
Lo propio de la gestión pública de la 4T es la revaloración de los fines del Estado mexicano y, por ende, la actualización de los criterios, los indicadores, la viabilidad técnica contextual y aspectos de validación e impacto social - comunitario de políticas, proyectos y derechos.
Esto no debe reducir el debate a las metodologías de construcción de indicadores, los problemas de medición, la fiabilidad de los juicios, la objetividad de los resultados y su utilidad, ni puede ser un debate reducido a expertos científicos y funcionarios de la administración. La 4T implica superar paradigmas de gestión centrados en el cálculo y la instrumentación con arreglo a resultados: supone una profunda renovación democrática de proyectos, orientación de políticas, rediseño integral y creación de nuevas instituciones sociales.
Dado el mundo de la realidad virtual actual y de las redes sociales, la 4T debe construir un sistema de gestión pública capaz de poder asumir la crítica y la distorsión de los alcances y consecuencias de las decisiones políticas: valorar riesgos e impactos de las acciones gubernamentales, las intervenciones y las decisiones políticas involucradas. Esto implica la reconciliación del poder presidencial con sus profesionales de la administración pública, en tanto podrán ser los mejores aliados, activos y cuadros de la 4T.
Otra premisa central de la 4T es que el secreto y la conjunción facciosa de intereses resulta incompatible con un contexto de democracia social y democracia política genuinos.
No es posible obviar el ciclo de implementación de decisiones y políticas en la búsqueda de resultados, lo que supone procesos orientados a rehabilitar el espacio, el tiempo social y el poder de la palabra del ciudadano, la comunidad y los actores en el diseño, operación, evaluación y el impacto de políticas públicas y sociales, en el marco de un esfuerzo de responsabilidad política y constitucional genuinamente democráticos.
De esta manera, esta exigencia de un nudo de los sistemas de gestión pública de la 4T será viable si permite impulsar nuevos ciclos de decisión democrática y materializar con eficiencia y prudencia, la detección de errores, omisiones y desencuentros parciales y estructurales en el procesamiento de sus decisiones y en la conducción de equipos, liderazgos, entidades, políticas públicas y sociales de la 4T; de lo contrario, el ciclo de aprendizaje de quienes rodean y deben materializar la voluntad de cambio del presidente y darle viabilidad a su gobierno, podrá resultar más largo, arduo y complejo para el país.