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La fotografía como oficio me ha permitido conocer y retratar a una diversidad de personajes que, desafortunadamente, ya han partido al viaje sin retorno, pero que han dejado huella en la historia de este país. El doctor Fernando Ortiz Monasterio es uno de ellos. Fue un gran cirujano plástico que embelleció a muchas damas de sociedad que lo hicieron célebre. Su amor y dedicación a su trabajo lo llevó a fundar el Hospital Gea, en donde, con la magia y el arte de sus manos, ayudó a muchas personas sin recursos económicos haciendo operaciones sorprendetes de reconstrucción a niños y personas que tanto lo necesitaban para mejorar sus vidas. Fue admirable su labor altruista por la medicina. En vida, el doctor Ortiza Monasterio fue además director de la Academia de Medicina, profesor emérito de la UNAM, entre otros tantos reconocimientos. Lo recuerdo con mucho afecto como una persona de gran calidad humana.
Salvador Elizondo escribe Cuaderno de Diario número 43, página 52
Cuaderno de Diario número 43, página 55
Sábado 28 de enero.— (Extracto de sus apuntes para su artículo de “Contextos 23”)
Tengo que agradecer al doctor Fernando Ortiz Monasterio no solamente el placer de su hospitalidad sino también el de su obra. Y cuando digo obra, lo digo con doble sentido, ya que como es bien sabido, el doctor Ortiz Monasterio es uno de los más grandes exponentes de lo que la mano del hombre es capaz no solamente de hacer, como sería el curso de todos los artistas, sino, también, de REHACER….
***Foto: El doctor Fernando Ortiz Monasterio, ca. 2001. (CORTESÍA PAULINA LAVISTA)