Ante la decisión de este gobierno de disminuir a la mitad el financiamiento para el programa de estancias infantiles, muchas de estas están cerrando. Miles de madres que trabajan fuera de casa se han quedado de la noche a la mañana sin un lugar adecuado y seguro para dejar a sus hijos.
Buena parte de las estancias llevan más de una década operando y sus padrones son públicos. Entregar el dinero directamente a las familias, como propone el gobierno, no asegura que este se destine al cuidado de los menores. Además, el planteamiento de que sea un familiar el que se encargue de los niños no garantiza que se atiendan con eficacia las necesidades educativas de la primera infancia.
Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, defendió el programa de estancias infantiles y dijo que con su cancelación se vulneran los derechos tanto de los niños como de las madres. “En 2018, el Coneval determinó que el Programa de Estancias Infantiles de verdad contribuyó a la reducción de la pobreza. Claro que puede mejorar, como cualquier otro programa, pero está cumpliendo con su labor.”
A pesar de las protestas, el gobierno federal no ha cambiado su postura. Insiste en que la corrupción los orilló a tomar esa decisión. Hablan de irregularidades en dos de cada tres estancias, pero no las identifican, no las denuncian, ni presentan pruebas. “Estamos haciendo un censo. Vamos a presentar toda la información,” dijo el presidente en una de sus conferencia de prensa tempraneras la semana pasada. Atentos estamos a la espera de esa información.
Es una decisión que discrimina a las mujeres debido a que afecta la igualdad en su participación laboral. El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación hizo un llamado a las autoridades que financian el programa de Estancias Infantiles a analizar “los efectos de eliminarlas sin un análisis previo basado en evidencia, pues ello puede contribuir a mantener las barreras que enfrentamos las mujeres para ejercer derechos fundamentales como el trabajo a la seguridad social.”
Han propuesto que sean las abuelas quienes cuiden a los niños. Eso es asumir que las mujeres con nietos ni trabajan, ni hacen nada. Es también asumir que tienen la salud y la fuerza para cuidar a un bebé. ¿Y si en la familia no hay abuela? La política social es que cada quien lo resuelva como pueda. Eso sí, recibiendo dinero directamente de una administración que podría en su momento beneficiarse electoralmente con ello.