Más Información

Moody’s mejora calificación de Pemex y coloca perspectiva en estable; reconoce compromiso del gobierno para apoyar a la petrolera

Congreso de Perú votará moción para declarar persona non grata a Sheinbaum; critican su apoyo a Pedro Castillo

Catean inmueble de empresario en Tabasco; aseguran animales exóticos, vehículos, armas y hasta un helicóptero

Accidente en Atlacomulco suma 10 fallecidos; empresa ferroviaria da condolencias a familiares de las víctimas

Sheinbaum reporta 23 mexicanos detenidos por redadas de Georgia y 19 en Alligator Alcatraz; garantiza recursos para consulados

Neutralizan en Durango narcolaboratorios relacionados con "Los Mayos"; aseguran 21 toneladas de metanfetaminas
Durante noviembre y diciembre del año pasado, en el mundo mediático del futbol en Estados Unidos, la historia fue Monterrey (Tigres ya estaba en el radar de la gente por la campaña del último año).
Con un final de temporada sin ninguna historia atrapante en el soccer doméstico (fuera del buen futbol que venía jugando el Toronto de Sebastian Giovinco), toda la atención se la llevaba lo que venía haciendo el Turco Mohamed. Y uno de los puntos más conversados era un chico nacido en California, quien la venía rompiendo en el mediocampo del equipo regiomontano y que, se esperaba, fuera una de las grandes esperanzas del soccer estadounidense: Jonathan González.
Todos los periodistas americanos hablaban de él, y su nombre se mencionaba en los blogs, Twitter y Facebook. El 9 de noviembre de 2017, en una entrevista para un programa de radio (y antes del amistoso vs. Portugal) le preguntaron al director técnico interino de la selección de Estados Unidos, Dave Sarachan, específicamente sobre Jonathan y su llamado a la selección.
En un momento como pocos, el director técnico interino se enreda con la respuesta, y después de escucharla varias veces, a quien escribe le queda la sensación de que Sarachan no sabe realmente quién es el jugador, la posición que juega, y lo más preocupante: parece realmente que no tiene idea del trabajo que venía realizando en el equipo que llegó a la final del torneo de futbol más importante de esta parte del continente.
Hoy se conoce que a González le enfureció que nadie lo llamara para ese amistoso en contra de la selección de Portugal, y después del poco menos que brillante trabajo de la Federación Mexicana de Futbol y Dennis Te Kloese (quien viajó a reunirse con la familia en California), el jugador confirmó ayer que vestirá orgullosamente la camiseta del Tri.
México puede estar tranquilo. Si siguen haciendo este tipo de trabajo tan profesional, los buenos jugadores nacidos en Estados Unidos, pero de padres mexicanos, van a querer siempre vestir la camiseta mexicana.
La Federación estadounidense está perdida, no sabe cómo hablarle y relacionarse con las comunidades inmigrantes (y no me estoy refiriendo al lenguaje). La arrogancia y la ignorancia los mata. Estados Unidos tiene, hoy por hoy, un sólo scout de tiempo completo (para un país de su tamaño, esto es un despropósito).
En fin... si siguen las cosas así, México será REY de Concacaf por la próxima década.
futbol@eluniversal.com.mx
Con un final de temporada sin ninguna historia atrapante en el soccer doméstico (fuera del buen futbol que venía jugando el Toronto de Sebastian Giovinco), toda la atención se la llevaba lo que venía haciendo el Turco Mohamed. Y uno de los puntos más conversados era un chico nacido en California, quien la venía rompiendo en el mediocampo del equipo regiomontano y que, se esperaba, fuera una de las grandes esperanzas del soccer estadounidense: Jonathan González.
Todos los periodistas americanos hablaban de él, y su nombre se mencionaba en los blogs, Twitter y Facebook. El 9 de noviembre de 2017, en una entrevista para un programa de radio (y antes del amistoso vs. Portugal) le preguntaron al director técnico interino de la selección de Estados Unidos, Dave Sarachan, específicamente sobre Jonathan y su llamado a la selección.
En un momento como pocos, el director técnico interino se enreda con la respuesta, y después de escucharla varias veces, a quien escribe le queda la sensación de que Sarachan no sabe realmente quién es el jugador, la posición que juega, y lo más preocupante: parece realmente que no tiene idea del trabajo que venía realizando en el equipo que llegó a la final del torneo de futbol más importante de esta parte del continente.
Hoy se conoce que a González le enfureció que nadie lo llamara para ese amistoso en contra de la selección de Portugal, y después del poco menos que brillante trabajo de la Federación Mexicana de Futbol y Dennis Te Kloese (quien viajó a reunirse con la familia en California), el jugador confirmó ayer que vestirá orgullosamente la camiseta del Tri.
México puede estar tranquilo. Si siguen haciendo este tipo de trabajo tan profesional, los buenos jugadores nacidos en Estados Unidos, pero de padres mexicanos, van a querer siempre vestir la camiseta mexicana.
La Federación estadounidense está perdida, no sabe cómo hablarle y relacionarse con las comunidades inmigrantes (y no me estoy refiriendo al lenguaje). La arrogancia y la ignorancia los mata. Estados Unidos tiene, hoy por hoy, un sólo scout de tiempo completo (para un país de su tamaño, esto es un despropósito).
En fin... si siguen las cosas así, México será REY de Concacaf por la próxima década.
futbol@eluniversal.com.mx