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Pocos días nos separan del 25 de septiembre, día en que los kurdos iraquíes están llamados a votar en un referéndum sobre su independencia de Irak. El evento podría ser considerado como un acto normal de autodeterminación, un derecho promovido por las Naciones Unidas (ONU) y que representa un pilar de los principios del derecho internacional. Pero el caso no es tan obvio en el Levante. La complejidad histórica, étnica, religiosa y política de la región encuentra en la cuestión kurda una ilustración típica.
Después de la Primera Guerra Mundial, el imperio otomano estaba dividido. Nuevos Estados nacieron, pero los kurdos se encontraron dispersos, viviendo en cuatro países: Turquía, Irán, Irak y Siria. Sus aspiraciones de tener un Estado propio les causaron enfrentamientos sangrientos y una larga opresión por parte de los respectivos gobiernos durante los últimos 100 años.
El Kurdistán iraquí gozó de un estatus de autonomía de facto desde el final de la segunda guerra del Golfo, en 1991. La zona de exclusión aérea protegida por los estadounidenses les dio seguridad y revivió sus esperanzas de ser una entidad independiente.
La decisión de celebrar un referéndum fue tomada por el presidente kurdo Massoud Barazani el 7 de junio de 2017, después de retrasos previos y durante una reunión con diferentes partidos kurdos. La fecha es definitiva y la decisión del referéndum es irreversible, a pesar de todos los llamamientos de las capitales regionales y occidentales para que reconsidere. El gobierno iraquí anunció que “cualquier decisión relativa al futuro de Irak debe tener en cuenta la Constitución... Es una decisión iraquí y todos los iraquíes deben tener voz en la definición del futuro de su patria. Ningún partido por sí solo puede determinar solo el futuro”.
Las potencias regionales expresaron en muchas ocasiones su oposición a la decisión kurda. Irán considera que el referéndum es inconsistente con la Constitución iraquí, apoya la integridad territorial y la coherencia de Irak y se niega a discutir la idea. El gobierno sirio rechaza cualquier acción unilateral y no puede aceptar la división de Irak. Todos los líderes turcos condenaron el referéndum. El ministro de Asuntos Exteriores considera la idea un error grave. El primer ministro lo considera irresponsable. El presidente Recep Tayyip Erdogan declaró que “si dan un paso así, significa que han comenzado a desmembrar a Irak y otros movimientos similares seguirán. Por lo tanto, no lo vemos como el paso correcto”. Hay un interés común y la preocupación compartida entre los países vecinos de evitar un Kurdistán independiente en Irak, así como cualquier caso similar en sus propias fronteras.
Estados Unidos anunció su “apoyo a un Irak unificado, estable y federal. Apreciamos y entendemos las legítimas aspiraciones del pueblo del Kurdistán iraquí, pero eso sería una distracción respecto de la prioridad de derrotar al EI (Estado Islámico) y asuntos relacionados”.
A principios de agosto, Rex Tillerson pidió formalmente a Barazani que aplazara el referéndum, pero los líderes kurdos dijeron que ya habían esperado demasiado. “En 100 años nunca ha sido el momento correcto. ¿Cuándo lo será?”, preguntó un portavoz, según Al-Monitor. Entre todas las naciones, sólo Israel expresó su apoyo. Esta posición coincide con los objetivos israelíes de dividir la región sobre una base étnica y sectaria.
No sólo los resultados del referéndum serían problemáticos, sino que definir las áreas en las que se llevará a cabo plantea la cuestión estratégica de la identificación de las regiones kurdas.
Desde 2003 las fuerzas kurdas han cambiado la demografía de las regiones e impuesto su fait accompli (hecho consumado). Árabes, turkmenos, izidis y cristianos asirios se vieron afectados por la ley de los poderosos y la ausencia de una autoridad estatal. Las zonas peleadas son un problema explosivo que amenaza con futuras confrontaciones entre los componentes de Irak y Siria.
Las fuentes kurdas defienden una posición conciliatoria, diciendo que el referéndum no obliga a Barazni a declarar inmediatamente un Kurdistán iraquí independiente. Puede considerar un voto por el “sí” como un impulso para negociar con Bagdad y los países vecinos desde una mayor posición de fuerza. De todos modos, las minorías en el norte de Irak se muestran aprehensivas y divididas. Ahora sienten víctimas de la kurdización de sus regiones, después de sufrir su arabización por parte de Saddam Hussein.
Los derechos inalienables de autodeterminación del pueblo kurdo son otro tema explosivo en una región que sufre de muchos otros. Si se lleva a cabo hasta el final, produciría interminables guerras y cambios en las fronteras de diferentes Estados. La falta de democracia en la región durante décadas acentuó la tensión entre sus componentes y facilitó el florecimiento del discurso extremista sobre bases étnicas o religiosas, y su consecuente explotación por poderes externos.
nouhad47@yahoo.com