El sábado 4 de noviembre, Saad Hariri anunció su renuncia como primer ministro de Líbano en un discurso televisado desde la capital saudita, Al-Riad, utilizando un canal saudita para su sorprendente discurso. Fue una sorpresa desagradable para los libaneses, que celebraban un año de tener un presidente, el general Michel Aoun y un gobierno de coalición liderado por Hariri.
Después de unos 30 meses de vacantes y parálisis política, se llegó a un acuerdo entre las partes en conflicto y las instituciones nacionales estaban recobrando fuerza con miras a las nuevas elecciones legislativas de mayo de 2018. Hariri justificó su decisión al culpar a Irán por interferir en los asuntos nacionales de los países vecinos y de utilizar a Hezbolá como una herramienta para imponer su voluntad política al Estado libanés. Criticó a Hezbolá e Irán acusándolos de sembrar contiendas contra el mundo árabe. La renuncia de Hariri, que ha lanzado al Líbano a una nueva crisis, se produjo en un contexto de creciente tensión entre la Arabia Saudita sunita y el Irán chiíta. Coincidió con el lanzamiento, por parte de los hutíes en Yemen, de un misil balístico fabricado por Irán contra el aeropuerto internacional en Riad.
El misil fue interceptado por las defensas sauditas, pero se consideró una escalada peligrosa de los proxies de Irán contra el reino. El periódico semioficial Kihan alentó a los aliados yemeníes a amenazar a Dubai como el siguiente objetivo en futuros ataques. Los libaneses estaban aprehensivos después de las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump contra Irán y las nuevas medidas del Congreso contra Hezbolá. Saben que cualquier tensión regional se reflejaría en ellos, y que su país sufriría por la inminente tormenta.
Lo que preocupaba al pueblo libanés y a muchas capitales regionales y mundiales eran las condiciones de la estadía de Hariri en Arabia Saudita... y surgieron muchas preguntas: ¿Era libre al decidir su renuncia?... ¿Se vio obligado a quedarse en Riad?... ¿Está incluido en la campaña contra los príncipes y ministros acusados de corrupción?...
La confusión fue abordada por el presidente libanés Michel Aoun y la clase política: consideraron nula la renuncia hasta que Hariri regrese a Beirut y la presente de acuerdo con las normas constitucionales.
Al mismo tiempo, la presidencia intensificó sus contactos con gobiernos mundiales y regionales para aclarar el destino del primer ministro de Líbano. El presidente francés Emmanuel Macron, de visita a Emiratos Árabes Unidos, voló inesperadamente a Riad para plantear preguntas sobre el tema. El secretario estadounidense de Estado Rex Tillerson dijo que considera a Hariri un socio confiable. Los gobiernos europeos y la Unión Europea pidieron el fin de la interferencia externa en el Líbano. El canciller francés Jean-Yves Le Drian dijo que Francia estaba “preocupada por la situación en Líbano”y que “quería ver que el gobierno se estabilizara lo antes posible”. Le Drian está listo para visitar Arabia Saudita este jueves. El presidente Abdelfatah al-Sisi de Egipto envió a su canciller para calmar la situación en una visita a diferentes capitales árabes.
Hariri apareció en su propio cadena Future TV el domingo por la noche para calmar las preocupaciones de sus seguidores y de los libaneses en general, que mostraron una solidaridad sin precedentes con el joven líder. Repitió su postura en contra de involucrar a Líbano en los conflictos de la región, especialmente el uso de Hezbolá contra los países árabes. Fue más conciliatorio y prometió regresar al Líbano en los próximos días. Según fuentes extranjeras, una de las razones de Hariri para permanecer en Arabia Saudita era que su vida estaba amenazada.
El gobierno libanés fue el resultado de un compromiso muy delicado. Sus partidos tienen diferentes alianzas con los poderes externos. La esencia del terreno común era preservar la neutralidad del Líbano y la distancia respecto de los ejes en conflicto. Cualquier desviación de este entendimiento, o cualquier intento de vincular a Líbano con cualquier bloque regional sería perjudicial para la supervivencia de dicho gobierno y una amenaza para la seguridad, la paz, la economía y el bienestar del pueblo libanés. El futuro cercano revelará el resultado de la crisis reciente.