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Así de rápido cambian los papeles en el futbol mexicano. Hace cosa de ocho meses, Matías Almeyda era considerado como el auténtico Pastor del llamado Rebaño Sagrado: claro, siendo campeón de Lig a y de Copa, era imposible no considerarlo así.
Luego, todo cambio, para mal, obvio. Una defensa lamentable del título, polémicas en el caso de Oswaldo Alanís y el alejamiento con la parte directiva, léase José Luís Higuera.
Hace unos días, en conferencia de prensa, dijo que había solicitado a una persona que le ayude para engranar la parte deportiva con la administrativa. Pidió a alguien con el perfil de Chivas, que haya estado en el club, que sea reconocido por la gente, etcétera. Pero hubo un punto en el que se detuvo Matías Almeyda, dijo que quien ocupara dicho puesto, no debería tener intenciones de ser entrenador, de hecho, calificó como “fundamental” este punto.
Entonces se le fueron encima: que andaba cuidando la chamba y que era normal no querer tener a nadie que le estorbe ni le haga ruido.
Debo reconocer que me resulta hasta penosa la reflexión.
Lo anormal es que en el equipo no exista actualmente esta figura; lo anormal es que sea el técnico quien la solicite; lo anormal es que deba aclarar que una de las condiciones sea no tener intenciones de dirigir a futuro.
En las ligas deportivas más importantes del mundo, la posición que solicita Almeyda tiene gran relevancia, es el cerebro de la organización, es el rostro oculto detrás del éxito o el fracaso que trabaja conjuntamente con el que ejecuta y diseña en el terreno de juego.
Me parece lamentable que se tenga que aclarar dicha limitante para el puesto y más aún que lo critiquen por eso, y no, no se llama cuidar la chamba, en las organizaciones serias le dicen “conflicto de intereses”.
futbol@eluniversal.com.mx
Luego, todo cambio, para mal, obvio. Una defensa lamentable del título, polémicas en el caso de Oswaldo Alanís y el alejamiento con la parte directiva, léase José Luís Higuera.
Hace unos días, en conferencia de prensa, dijo que había solicitado a una persona que le ayude para engranar la parte deportiva con la administrativa. Pidió a alguien con el perfil de Chivas, que haya estado en el club, que sea reconocido por la gente, etcétera. Pero hubo un punto en el que se detuvo Matías Almeyda, dijo que quien ocupara dicho puesto, no debería tener intenciones de ser entrenador, de hecho, calificó como “fundamental” este punto.
Entonces se le fueron encima: que andaba cuidando la chamba y que era normal no querer tener a nadie que le estorbe ni le haga ruido.
Debo reconocer que me resulta hasta penosa la reflexión.
Lo anormal es que en el equipo no exista actualmente esta figura; lo anormal es que sea el técnico quien la solicite; lo anormal es que deba aclarar que una de las condiciones sea no tener intenciones de dirigir a futuro.
En las ligas deportivas más importantes del mundo, la posición que solicita Almeyda tiene gran relevancia, es el cerebro de la organización, es el rostro oculto detrás del éxito o el fracaso que trabaja conjuntamente con el que ejecuta y diseña en el terreno de juego.
Me parece lamentable que se tenga que aclarar dicha limitante para el puesto y más aún que lo critiquen por eso, y no, no se llama cuidar la chamba, en las organizaciones serias le dicen “conflicto de intereses”.
futbol@eluniversal.com.mx