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Fernando del Paso dedicó su vida a mirar, a observar, a comprender con los ojos lo que la razón transforma en palabra, lo que la imaginación convierte en literatura. Sus libros siempre son un incalculable tesoro que nos ilumina, que cobra fuerza con el tiempo, que nos explica porque nos refleja.
Esta tarde (ayer) nos reúne la memoria de Fernando del Paso, para expresar nuestro afecto a un escritor comprometido con la palabra, con su oficio, enamorado del rigor y la inteligencia, seducido por contar historias, conquistado por la cultura.
Es un fuerte abrazo de su familia, sus amigos, la comunidad artística y cultural y sus lectores, para recordar su alegría, evocar su conversación siempre inteligente, para agradecer con emoción sus libros, convencidos de que Fernando nos sigue acompañando en este abrazo, porque su obra es como el río que refresca y alimenta la imaginación, en el mar universal de la literatura.
En su permanente y vital aventura literaria, Del Paso observó el mundo, encendió el faro de quien vigila y muestra el camino, para escribir sobre las pasiones más profundas del ser humano, aquellas que son comunes a todas las sociedades y épocas.
Sus libros son ventanas abiertas a esas pasiones universales a las que la pluma de Del Paso recreó en cada página, para que sus libros fueran eternos desde nuestra Plaza de Santo Domingo, siguiendo a Palinuro; desde el humo de Nonoalco y los ferrocarriles en la búsqueda de José Trigo; o desde la mente quebrada de Carlota, los vientos y claroscuros que nos traen las Noticias del Imperio.
Fernando del Paso, en su eterna búsqueda, encontró las palabras con las que definió esa luz y la sombra que proyecta en el corazón del ser humano. Un novelista que trabajaba con música y se embriagaba con poesía. El niño que a los 10 años escribió un poema para su madre. Un poema muy cursi, afirmaba.
El eterno Fernando del Paso, que le escribió un poema a cada letra del alfabeto y que emprendió con sus libros una larga, luminosa e intensa expedición hacia la verdad, porque la poesía no quiere adeptos, quiere amantes.
A la familia de Fernando del Paso, a sus amigos y lectores, a quienes nos acompañan aquí esta tarde, les expreso a nombre del Gobierno de la República el afecto y la solidaridad institucional y personal, que une a México en la ausencia de un creador imprescindible en nuestra historia.
Querido Fernando: Siempre supiste que trabajar para la cultura es hacerlo para la patria compartida, el territorio que recibimos como legado y edificamos para las generaciones venideras. Afirmaste que la cultura construye, fortalece y dignifica, y estuviste presente y alentaste programas de estímulo a la creación que impulsaron las instituciones culturales de México.
Con tu talento encendido y resplandeciente serás siempre amigo entrañable, voz directa y clara, fiel a la tradición literaria que conociste como pocos y a la que enriqueciste con tu obra. Fuiste el viajero que se transformó en un abierto universo de palabras y, como lo aconsejaba Alfonso Reyes: “Generosamente nacional y provechosamente universal”.
Con espíritu renacentista nos legaste novelas imprescindibles, ensayos reveladores, paisajes de versos y sonetos de amor y de lo diario, trazaste óleos y dibujos ardientes de color; fuiste lector ávido de experiencias, conversador brillante y divertido que sabía que el humor es una virtud de la cultura. En toda tu dimensión cabe el mundo; en tus manos está nuestro corazón latiendo, como la pequeña rosa a la que dedicaste poemas encendidos.
En una de tus frecuentes entrevistas de prensa afirmaste, y cito tus palabras: “Yo no escribo por el triunfo ni por los premios, sino por terminar algo que me importaba mucho terminar. Para mí el triunfo es que lo que yo escribí haya llegado y llegue a los jóvenes —hombres y mujeres— de mi país y de América Latina y les guste, y les provoque polémica. Esto me deja más que satisfecho. Simplemente me halaga muchísimo que se interesen por mi obra”.
Son esos lectores, que cuando tomen tus libros, vivirán la mágica e inexplicable experiencia de creer lo que les vas a contar. Nos colocas frente a una literatura de cara al universo entero en cada uno de tus libros, a los que les creeremos siempre porque dicen la verdad disfrazada de ficción.
Seguirás escribiendo. Lo harás porque en cada nuevo lector estará una nueva aproximación a otra verdad que nos brindaste: la verdad artística. Tus libros seguirán siendo infinitos como sus lectores y lecturas.
Es tu obra completa que enriquece a México, a nuestra cultura, a nuestro idioma, el lenguaje con el que te expresamos el profundo agradecimiento por tu vida luminosa, por tu talento, por tu inmensa fascinación por escribir para contarnos y descubrirnos la vida.
Descanse en paz, Fernando del Paso.
*Palabras de la secretaria de Cultura
en el homenaje luctuoso ayer a Fernando
del Paso en el Palacio de Bellas Artes