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¿Qué hace usted a los 26 años de edad?, ¿inicia su vida profesional?, ¿piensa en casarse?, ¿se divierte viviendo la vida?, ¿experimenta?, ¿sueña?, ¿construye?, ¿destruye?, ¿qué hace usted a los 26 años de edad con la rebeldía por cambiar el mundo corriéndole por las venas?
Déjeme decirle qué hacía a los 26 años Lorent Saleh, un activista pro libertades en Venezuela… A sus 26, Lorent era vejado, torturado, aislado en una celda a varios metros bajo tierra con las vías del metro de Caracas sobre su cabeza, respirando mierda, comiendo mierda y bebiendo mierda, con esa jodida luz que no se apaga nunca, que desdibuja todo, así como deslavado, así como un pasmo blanquecino, esa luz que parece tener la misión de arrancarte el tono de la piel y vomitarte el alma hasta que no te queda nada, solo el jodido pasmo, una memoria vaga, escurridiza como la sangre que salpicaste de tanto porrazo, un recuerdo perdido de que alguna vez tuviste vida, de que alguna vez, hacía muy poco, hace unos meses, tenías 26, porque hoy no tienes nada, ni la edad, ni el nombre, ni sentimientos, ni sensaciones... Hoy comes mierda, respiras mierda, bebes mierda, hoy eres mierda.
Muchos hubieran perecido, muchos han perecido, hay más de 600 presos políticos en Venezuela pero Lorent no, él sobrevivió cuatro años en La Tumba y en El Helicoide, consideradas entre las peores prisiones del continente, al final, un asilo político español lo rescató, su pasaporte ibérico tiene la prohibición expresa de pisar la tierra donde nació; volver a Venezuela sería, en el mejor de los casos, un retorno vía deportación; en el peor, su condena a muerte.
Lorent Saleh no es un espía del imperialismo yanqui, no es un enviado secreto de la CIA, es un joven de 30 años que dedica su vida a concientizar sobre la dictadura venezolana, viaja por las distintas democracias hablando de su experiencia como preso político, habla del hambre, de las filas por horas para arrebatar unas migajas de pan, de los grupos paramilitares pagados por el gobierno con reclutas criminales de los barrios más bajos en Venezuela, habla de una generación, su generación, que lucha contra el futuro cancelado que quiere imponer el régimen chavista.
Lorent no entiende, con toda razón, cómo puede haber gente en países como México, libres como México,. que defiendan a Nicolás Maduro.
Hace unos días en estas páginas, Francisco Valdés Ugalde, explicó, con la maestría que lo caracteriza, en su texto La usurpación en Venezuela el porqué es imposible legal, política y diplomáticamente hablando no tomar partido en la crisis.
En síntesis, resulta forzoso reconocer a un bando pues o se reconoce a la Asamblea, votada democráticamente, que desconoce al gobierno ejecutivo, votado en elecciones amañadas e ilegítimas, o se reconoce al régimen de Maduro que considera la Asamblea en desacato. Vale la pena echar un ojo a Valdés: http://eluni.mx/ithqjrm
Como mexicano, siento vergüenza de la postura de mi gobierno ante la crisis venezolana, de facto reconocemos a Maduro por no desconocerlo, de facto estamos en el patético grupo de Rusia, China, Cuba, Turquía y Corea del Norte, curiosamente, todos regímenes utópicos para el ala más radical de la Cuarta gobernante.
Perdón, Lorent, es el gobierno el pusilánime que no la ciudadanía mexicana. Muchos, la mayor parte de los mexicanos, estamos con Venezuela.
Neta, qué pena con las visitas.
De Colofón.— Si el Dr. Mireles quiere cobrar por entrevistas está en su derecho, como el entrevistador de pagarle. Lo que no se vale es levantar falsos y escudarse en la oclocracia.