Londres, Inglaterra. Cada ocasión que se presentaba, Ted, el segundo de mis hijos y yo pasábamos a una tienda que vende militaria, antigüedades y otras maravillas de entre 1800 y 1950, se encuentra en el pasaje Piccadilly y se llama The Armoury of St. James’s. Cada visita Ted se acercaba a ver lo que había en las vitrinas que siempre se encontraban llenas de soldados de plomo pintados a mano con sus uniformes para las diferentes batallas en África, Egipto, Sudán, India, las Guerras Napoleónicas.

Un caso para Sherlock Holmes
Un caso para Sherlock Holmes

En una de las vitrinas había un set de 5 piezas, también de plomo pintado a mano, conformado por un tapete de leopardo disecado, una mesa con el busto de un militar con documentos y una caja roja con las iniciales VR (Victoria Regina), una figura de Mrs. Hudson, otra de un sirviente hindú con su uniforme, también con las iniciales VR, y el mismísimo Sherlock Holmes tocando el violín. En cada visita Ted preguntaba si podía comprar solo al Sherlock tocando el violín y no el set completo. La respuesta siempre era la misma, que no, que no se podía vender el detective solo, que tenía que venderse el set completo, veíamos más cosas y Ted siempre se salía con las ganas de comprar solo a Sherlock.

Un caso para Sherlock Holmes
Un caso para Sherlock Holmes

Pasó el tiempo y ante la negativa de poder comprar solamente al detective, un buen día compró el set completo; muy feliz lo colocó en el departamento donde vivía en Manchester y semanas después, ¡oh sorpresa! el set seguía ahí, pero Sherlock había desaparecido. Ironías de la vida, tanto querer al Holmes para que después desapareciera sin rastro. Sin duda, un caso para el detective y el Dr. Watson.

Un caso para Sherlock Holmes
Un caso para Sherlock Holmes

Por mi cuenta, en esa misma tienda compré algo que es raro, se trata de dos figuras de aproximadamente 7 cms: la de un soldado francés del ejército de Napoleón vestido de gala, de pie, muy gallardo posando para otra de las figuras que es el pintor sentado en una silla con un lienzo recargado en las piernas haciendo el retrato de cuerpo completo de tan elegante soldado. Como siempre le estuve dando vueltas para decidir si lo compraba o no, mientras veíamos las otras maravillas de la tienda, condecoraciones antiguas, escudos heráldicos, tambores y uniformes; viendo el dilema en el que me encontraba, Andrés, el tercero de mis hijos me dijo… “Jefe, como siempre, si no lo compras te vas a arrepentir…” y la verdad no me arrepiento de haberlo comprado.

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