Exagera mi tío, Barbarito Cueva, con la biopic del sol brilla para todos: Luis Miguel, la serie, al decir que es la serie (apenas van tres capítulos por Netflix) que tiene conmocionada a las multitudes y la califica como el acontecimiento mediático del año y pide reflexión profunda a ejecutivos y productores para que traten estos temas, tan alejados de Dios, como tan cercanos a las comadres y lavanderas de Polanco.

Todos entran al ajo con buena producción, historia hasta hora creíble (con ciertos bemoles), personajes de la telera que influyeron en el brillo del Sol, ejecutivos disqueros morenos como René León, el director de Wea (que sale de blanco, encarnado por Juan Carlos Remolina), negros no tan Durazo, Chafis Patoys de segunda y, claro, aparte de Luismi (interpretado por un hasta ahora convincente Diego Boneta), su gandallón papá, Luisito Rey, interpretado por el cara de sicario o chofer de micro: , Óscar Janeada, que trae corto al niño con clases de canto.

Para asegurarse su futuro, por medio de un poco creíble Negro Durazo (interpretado por Mario Zaragoza), consigue que Micky cante en la boda de la hija de López Portillo y de ahí pa’l real. Todos quieren un pedacito de Luismi. Hasta él mismo que sale tal cual haciendo un cameo al principio de la historia. El público en general estará feliz por no perder ya el tiempo con La Rosa de Guadalupe y centrarse en la historia del que padece la enfermedad auditiva: tinnitus (que es similar a oír un perpetuo concierto de heavy metal, de zumbido permanente) como bien merecido castigo. Mientras, los que conocen lo que sucedía en la ascensión de Micky dentro de la industria disquera, acabarán aceptando a los que se acercan más a dar el gatazo para personificar a ciertos protagonistas, que a los que se colaron por relaciones públicas y perversiones privadas.

De entre éstos, muchos se preguntan quién le hizo el llamado a Gloria Calzada, o que menudo favor le hicieron a la jefa de prensa de EMI, Rosy Esquivel (Vanessa Bauche) dándole un papel de poder que nunca tuvo. Si quitamos a los que medianamente califican como el empresario Hugo López (César Bordón), la mayoría: Verónica Castro, Raúl Velasco, Juan Carlos Calderón, El Tigre Azcarraga, Armando Manzanero, Andrés García… sufren para dar el papel y no el papelazo, en la serie producida por Miguel Alemán Magnani y dirigida por Humberto Hinojosa Ozcariz y Natalia Beristáin, en donde por poquito se cuelan hasta Alex y Chela Lora.

El guión está escrito a 24 manos: las de Flavia Atencio, Susana Casares, José Luis Gutiérrez Arias, Daniel Krauze, Carolija Rivera y Fernando Sariñana, con quién sabe cuántos cerebros para quedar bien con el siempre preocupado de que su pelo esté en el lugar exacto.

Será interesante ver lo que inventan alrededor del que, en un principio, se quiso arriesgar en el pop (incluso hacer un dueto con Michael Jackson), pero acabó presa de la seguridad que le brindó y le brinda actualmente el bolero y el mariachi facilón que adoran las señoras de 50 y más, que también veneran a Sabina, pero que no se van con la finta de cantante como Arjona.

Si todo sale bien, es posible que Netflix se arriesgue a filmar la vida, milagros y cantos de Armando Palomas, Jaime López, Ricky Luis, Natalia Lafourcade, Magneto, Mercurio, OV7… porque no todo es José José.

pepenavar60 gmail.com

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