Como casi siempre sucede, aparecen en Netflix muchas películas de diversos géneros, de esas que no son ni los grandes (ni medianos) estrenos producidos, por estudios modestos o por la misma plataforma que luego resultan las grandes sorpresas. De entre muchos títulos se cuelan en búsqueda de una oportunidad y que, a la postre, pueden resultar mejores que los títulos que han tenido pantalla grande (no en México, porque eso no sucede aquí entre la verdadera mafia del poder: las distribuidoras y las exhibidoras) hay algunos que valen mucho la pena.
Aquí va una lista de recomendaciones personales de cintas de sobre las que no hay casi pistas, más que en buscadores especializados de la red, o por algunas recomendaciones de curtidos cinéfilos que las vieron, o por las que ante el asombro de algunos títulos sobre los que algún pirata extraviado se ha decidido a sacar, llegan a conocerse y multiplicar visiones y lecturas con el consabido boca a boca.
Secuestro (2016), de Mar Targarona. Thriller español bien estructurado sobre la vida de una abogada litigante que se mete en un embrollo formidable cuando su hijo desaparece, asegurando el crío una vez que resurge, que un hombre lo ha secuestrado. Lo que de ahí en adelante se desarrolla con buena tensión, porque la abogada decide hacer su propia investigación al margen de la que hace la policía, es de primera por la cantidad de vueltas de tuerca de la historia que tiene ingredientes extras de violencia en un vertiginoso nada es lo que parece.
Perdónanos nuestras deudas (2018), de Antonio Morabito. Drama con violencia inteligente sobre una pesadilla en la Italia de hoy: los cobradores de deudas que avergüenzan a quien sea en el lugar menos apropiado con tal de que page a la mayor brevedad lo que debe, si es que los golpes bajos –literalmente— no funcionan. Uno de los deudores decide, para saldar su deuda, pasarse al bando de los cobradores y aprender el oficio de un maestro que lo corrompe hasta la médula.
Take Every Wave (2017), de Rory Kennedy. Vida milagros y costos de existencia en el mundo del surf de Laird Hamilton que, inventando una tabla de surf, provoca la adrenalina instantánea llevada más allá de los límites inconcebibles al remontar, y casi volar, sobre olas de 30 metros… y más. Para helar la sangre. Lo filmado resulta lo más increíble captado hasta ahora en el mundo de surf, del cual es el más grande icono indiscutible del surf. Los últimos minutos resultan demoledores de un hombre ante toneladas de agua.
Le K Benzema (2017), de Florin Bodin y Damien Piscarel.- Hace una semana Benzema abrió el marcador de la final de Champions ante el Liverpool con un gol que dejó atónito hasta al mismísimo Paul McCartney. Este documental es la historia del controvertido jugador que tuvo que dejar a la selección francesa de panbol por un escándalo de chantaje. Luego terminó en el Real Madrid del que se rumoreaba que iba a salir pero, luego del gol de la champions, quién sabe.
La balada de Hugo Sánchez” (2018), de Jesús Zavala y Ianis Guerrero. Spin-off de la serie Club de Cuervos. Por primera vez el futbolista sale de su placentera zona de confort para llevar a los Cuervos hasta Nicaragua. A ver si de serie no pasa a telenovela como Luismi, y lo peor: sin Luisito Rey como ariete en la delantera, porque el güero oxigenado con kilos de más parece que ya dio todo.