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Esta semana, el director de la Cineteca Nacional: Alejandro Pelayo: el “Me vale madre de la cultura popular mexicana” (Santo El Enmascarado de Plata no tendrá homenaje por sus 100 años en la Cineteca, porque “sus películas son muy malas”) y el “Ábrete Sésamo de Disney” para que Coco asalte las instalaciones de Xoco (a sus órdenes jefe para hacer cualquier retrospectiva de perros, gatos, princesas, príncipes y dragones que se les ocurra, porque Disney es cultura, y el luchador no) se metió en camisa de 11 varas al hacer lamentables y penosas declaraciones sobre las películas de Rodolfo Guzmán Huerta en el Festival de Cine de Morelia.
Dice Pelayo ahora que sus declaraciones fueron hechas “a título personal” para curarse en salud (sí como no) y que El Santo “no merece un homenaje en el recinto porque sus películas son muy malas”. A Pelayo, como a otros críticos oficialistas y exquisitos, se le olvida que esas “películas muy malas” gracias a la taquilla que consiguieron mantuvieron la producción del cine mexicano “para intelectuales”, el que iba a los grandes festivales de cine. En cuanto a cultura popular: cualquier gente puede recordar algún título emblemático de películas de El Santo. Pero, a ver, que recuerden alguna de Pelayo.
Ya antes el Plateado se había paseado triunfante en las instalaciones de la Cineteca (donde en 1999, cuando Pelayo fue director de Cineteca por primera vez, se le rindió un homenaje por la presentación del especial de la revista Somos, la publicación más vendida en la historia de Editorial Televisa) eso se le olvida también a Pelayo, como la exhibición de la controvertida e ingenua El vampiro y el sexo, porque al director del Festival de Cine de Guadalajara, Iván Trujillo, le dio frío exhibirla en su momento.
En cuanto a la filmografía de El Enmascarado de Plata, Pelayo expresa que con el cine de El Santo: “hay que ser muy honestos, no es un buen cine, es kitsch, no es un cine que nosotros queramos pasar, fue muy comercial, muy popular, pero no son buenas películas”. Al que parece el dueño de la Cineteca, no su director, se le olvida que muchos ejemplos de “Cine-Kitsch”, una vez virados al Camp, se vuelven otra cosa.
El calvo también agregó: “El (cine) del Santo es un cine popular y no marcó ningún hito; es decir, las luchas siempre fueron muy populares. Son malas películas, significativas porque no se hacía otra cosa, pero son muy malas, es un cine que no es relevante en términos culturales ni artísticos, es relevante sólo en términos comerciales y de cultura popular”. Por menos que esto han corrido a muchos,
que no presumen como Pelayo, ignorancia en un género (el del cine fantástico) que desconocen.
Como han señalado varias publicaciones: no es la primera vez que Pelayo a manera de santa inquisición y resguardo de las buenas conciencias cinematográficas, se mete en líos. El año pasado se opuso a que se exhibiera la película Lucifer, que disque porque el público no estaba preparado para verla. ¿Quién es este fulano para decirnos qué ver y qué no? Que lo manden a su casa, o que baje el Santo y le aplique la de “a caballo”.