Vaya, vaya. El narco no se detiene y menos en televisión de paga y, mientras algunos de sus principales capos son exterminados o sacados de la jugada (televisivamente hablando), otros emergen con oscuras y rentables historias. Así, en tanto El Chapo, la mejor serie hecha hasta hora ha pasado a peor vida para Guzmán Loera, encarcelado y en espera de juicio en la Unión Americana, la televisión hispana por vía de Netflix acaba de estrenar Fariña.
En la primera temporada, dirigida por Carlos Sedes y Jorge Terregrossa para Bambú Producciones, con un flamante reparto encabezado por Javier Rey (el Jimmy Page, hispano) se constata, primero, que los gallegos no sólo son motivo de una inventiva de chistes y humor, sino que, en su momento, eran muy buenos para el contrabando de cigarrillos (Winston), el hachís y luego la cocaína.
Los primeros 10 episodios de la serie se ocupan de la Galicia de los años 80, el modo de trabajo del contrabando y las drogas, lo mismo que los jerarcas que sentaron las bases de un negocio millonario en un casi territorio virgen.
A ninguno de los dos directores les tiembla la mano por el qué dirán ahora, que casi se puede contar todo lo concerniente a cómo operaba en esos años la flota náutica gallega con el mejor postor, cuando los pescadores no tenían trabajo. El salto del mar al contrabando y las drogas mayores no siempre va solo y al clan gallego lo hostiga un comisario de policía al que no le llegan al precio.
La producción, que no escatimó dinero, recrea muy bien clima y personajes en una serie que engancha desde el primer capítulo con historias que no le piden nada a Narcos y El Chapo.
Por otro lado, los fans del narco están muy enojados y decepcionados porque se ha retrasado el estreno en Blu-ray, DVD y copias alternativas de Sicario 2 (El día del soldado) la secuela en donde la DEA libra una feroz y sangrienta batalla contra los cárteles de la droga mexicana, que desborda testosterona y adrenalina. Los federales, cansados de que su vida peligre día con día, le proponen a sus socios de la DEA un plan para enfrentar entre ellos mismos a los cárteles. Si pudieron asesinar a Kiki Camarena y echarle la culpa a Caro Quintero, ¿que más harán?
Por eso es reclutado nuevamente el mercenario Alejandro Gillick (Benicio del Toro) para que nuevamente ponga temple su sangre fría ayudado por su compañero Matt Graver, a cambio de un bien remunerado trabajo con la muerte. La violencia es inaudita, salvaje, lo mismo que el miedo, la intimidación, la tensión y los degollamientos de los que manejan polvos y yerba buena. Una lección de la historia del narco para los que han llevado a esa burla que es El Señor de los Cielos.
De buena fuente se sabe que se está preparando una serie con las andanzas en el mundo mexicano de las drogas de los años 30 y 50, en donde la protagonista es ni más ni menos que la malvada, María Dolores Esteves Zuleta, la principal traficante de drogas (marihuana, morfina y heroína) con su reino establecido en La Merced y La Candelaria de Los Patos, que supo administrar las necesidades, la ansiedad y la crisis durante tres sexenios, con la anuencia del PRI. Lola apodada La Chata, comenzó vendiendo chicharrones y, al cabo de unos años, los suyos eran los únicos que tronaban. La esperaremos con ansias.