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Editorial Malpaso sacó uno de los libros más impresionantes que alguna vez se le hayan dedicado a un compositor de la talla de italiano Ennio Morricone, a quien la academia de Artes y Ciencias Cinematográficas le entregó el Oscar, demasiado tarde, hace dos años, por el western de Tarantino: The Hatefull 8, cuando la estatuilla se la debieron dar hace mucho por sus servicios musicales prestados al cine.
Es cierto que recibió en 2006 un Oscar Honorifico por su trayectoria en el cine y que tuvo antes cinco nominaciones, pero no es lo mismo.
La lista de películas galardonadas es larga (entre ellas las de género como el spaghagetti western como: Por un puñado de dólares, La muerte no tiene precio, El Bueno, el Malo y el Feo) para un compositor que dio lo mejor de sí en obras fundamentales de directores como Federico Fellini, Bernardo Bertolucci, Pasolini, Clint Eastwood, Bian de Palma, Giussepe Tornatore, Roman Polanski, Pedro Almodóvar. Terrence Malik o Tarantino.
El volumen titulado “En Busca de Aquel Sonido”, susceptible como todos los libros de la editorial hispana especializada en música de convertirse en E-Book es, en palabras de Morricone: “Esta larga exploración que ha sido necesaria en este momento de mi vida. Ir al encuentro de los recuerdos no conduce solo a la añoranza: también significa mirar hacia adelante, entender que aquí sigo, que aún pueden suceder muchas cosas”.
Esas palabras han sido ordenadas de una serie de conversaciones mantenidas durante varios años, cuidadas y detalladas, que el maestro que ha cultivado infinitas formas de expresión musical le concedió a Alessandro De Rosa, sobre su trabajo como arreglista, director de orquesta, compositor al servicio de la televisión, la radio y el cine, donde la recompensa no se hizo esperar: Globos de Oro, Batfas, Grammys y Donatelos, producto de obras totales y Música Absoluta. Prácticamente nadie –excepto el mismo— ha compuesto más de cuatrocientas cincuenta bandas sonoras.
Su nombre en materia musical es un cheque al portador, en cualquier posición que juegue, incluyendo el rock, donde colaboró con el ex cantante de Yes, Jon Anderson. La maravilla del sumario con documentación excelsa de primera incluye notas, apéndices, testimonios únicos, listas cronológicas de su obra en Música Absoluta y Música Aplicada, imágenes varias y un índice onomástico para vestir de lujo una edición que va a lo más profundo de su vida misma, desde que toco por vez primero la trompeta para luego llegar a ser uno de los iconos más identificables como compositor.
Su sección de imágenes escogidas son una sorpresa por la cantidad de gente de importancia capital en la cinematografía como Sergio Leone, Gillo Ponteccorvo, o colegas compositores como Aldo Clementi, Goffredo Petrassi, Mauro Bortolotti, Boris Porena, George Martin, Quincy Jones. Alguna vez varios directores de cine coincidieron en que la mejor manera de cubrirse la espalda con cualquier tipo de cine que realizaban era llamando a Ennio y confiar en su oficio sustentado en trabajos previos de tv y teatro. Especial atención merecen sus conexiones con otros compositores de avanzada como John Cage y Karlheinz Stockhausen, en una obra totalizadora de su genio y la filosofía de sus composiciones.