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Bueno, ya está en Netflix el documental ganador de Sitges 2017 sobre el concienzudo estudio realizado por Alexander O. Philippe sobre casi todos los ángulos posibles de la mítica escena de la ducha en Psicosis, de Alfred Hitchcock que, se dice, cambió el cine. Se trata de un fascinante documental sobre ese metraje, objeto de culto de cualquier geek que se respete, por conocer hasta el más mínimo detalle de cómo se filmó, a detalle, con qué elementos, con qué personajes, con qué tipo de cámara, al margen de las órdenes que daba El Mago del suspenso.
Uno de los buceos cinematográficos más a profundidad que se hayan hecho jamás sobre esta obra maestra de los años 60. Su título (78/52) se refiere a las 78 configuraciones de la cámara con que se filmó y las 52 ediciones que tuvo posteriormente, que acabaron mandando a la tumba a Marion Crane (Janet Leigh) en espasmos violentos causados por un cuchillo, más allá de la escritura de Stephen Rabello en: “Alfred Hitchcok Making of Psycho”, que parece que nos lo cuenta todo con tanto detalle perturbador de la película muchas veces imitada, homenajeada y parodiada en la escena de la ducha.
El ensamblado de imágenes ha logrado reunir a algunos miembros originales del elenco, mientras que otros que ya pasaron a otra vida son presentados con una encomiable avalancha de imágenes de archivo. Sin embargo, lo rescatado por Philippe es de gran valía. No cualquiera consigue a la original conejita de Playboy, Marli Renfro, que dobló a Janet Leigh en algunas escenas corporales de la ducha. Todo tipo de observaciones de celebridades del cine convertidos en opinadores profesionales del filme da su versión de los hechos irrefutables en las imágenes escogidas del experimento fílmico de connotación voyerista que algunos le endilgan a Hitch.
Por eso las revelaciones son intensas, por ejemplo: el tipo exacto y la cantidad de melón usada para clavar el cuchillo y dar la sensación de penetrar carne humana; la composición del tipo de sangre que corre por la tina: una combinación de chocolate Hersey y agua… Todo mundo frente a la televisión que proyecta la secuencia de la ducha (Martin Scorsese, Elijah Wood, Guillermo del Toro, Peter Bogdanovich, Jamie Lee Curtis, Danny Elfman, Bret Easton Ellis y un larguísimo etcétera, da su veredicto o análisis clínico cinematográfico como casi juicio de la historia sobre la escena más icónica de la historia del cine que fue casi calcada en su momento por Gus Vant Sant.
Se entrecalan en las diversas narraciones y declaraciones de los personajes convocados para el documental, parte de casi todas las parodias habidas y por haber y, cuando uno se pregunta: vaya trabajo de edición, no falta ninguna. ¡Zaz!, que salta la liebre porque se les olvidó al casi trabajo perfecto una: la protagonizada por William Finley (como si fuera Anthony Perkins) que, armado con una bomba para destapar caños, arremete en la ducha contra el grasoso Gerrit Graham, en la cinta de culto de Brian de Palma El Fantasma del paraíso. De ahí en fuera todo es perfecto para acercarse a un Hitch casi desconocido y obsesivo con esa escena.