Las inundaciones en la Ciudad de México han sido uno de los mayores problemas a lo largo de su historia; desde la fundación misma de Tenochtitlán, pasando por la Conquista y la Época Virreinal, hasta el México moderno, donde los problemas no sólo no se resuelven, sino que por el contrario, cada día son más graves.
Hemos hablado aquí del fenómeno de los hundimientos del suelo en la Ciudad de México, provocado por la sobreextracción de agua del acuífero y que llega a cifras alarmantes, como ocurre en el oriente de la capital del país, donde se registran de 20 cm a 40 cm por año.
Los hundimientos afectan a toda la infraestructura, pero sobre todo a los principales drenajes de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM).
Las lluvias de los últimos días han causado graves inundaciones en varias delegaciones y municipios de la ZMCM y, lamentablemente, hace dos semanas la muerte de cinco personas.
Invariablemente, la explicación de las autoridades responsables se refiere a que se presentan lluvias fuera de lo normal y casi nunca al reconocimiento de una realidad que no se puede ni se debe ocultar: 1) los principales drenajes superficiales, como el Gran Canal del Desagüe, el Canal de la Compañía y el Dren General del Valle ya no están funcionando, su capacidad se ha reducido debido a los graves hundimientos del suelo, y 2) la red de tuberías para el desalojo de las aguas negras y de lluvia es obsoleta, porque en los últimos 20 años no se han aportado los recursos necesarios para su modernización y correcto mantenimiento.
La idea de un sistema de drenaje profundo se empezó a analizar desde 1959, en la entonces Dirección General de Obras Hidráulicas. Los trabajos fueron iniciados en 1967 y gracias a un extraordinario esfuerzo de la ingeniería y de empresas mexicanas, en un tiempo récord el sistema fue construido e inaugurado en 1975, consistente en el Túnel Emisor Central y dos túneles interceptores.
Durante casi 20 años, el sistema manejaba aguas pluviales y en temporada de estiaje, cada año, se cerraba para su inspección y mantenimiento. Sin embargo, a mediados de los noventa se empezó a utilizar para el manejo de aguas negras, debido a esta pérdida de capacidad de los principales canales y drenajes superficiales.
A partir de entonces, este importante sistema profundo opera todo el tiempo conduciendo aguas negras y sin el correcto mantenimiento, lo que representa un altísimo riesgo. Por esta razón, la conclusión y puesta en operación del nuevo Túnel Emisor Oriente es muy urgente.
Hace dos semanas publiqué en este mismo espacio un análisis sobre los impactos de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), precisamente en todo lo relacionado con los desagües de la ZMCM y a la necesidad de aumentar la capacidad de regulación.
En la zona federal del Lago de Texcoco, paralelo al polígono que ocupa el NAIM, corre el Dren General del Valle y en este importante canal confluyen los principales drenajes de aguas negras de toda la ZMCM. Al igual que en todo el oriente de la Ciudad, este canal está sujeto a fuertes hundimientos, lo que lo convierte en uno de los puntos más críticos en cuanto a riesgo de inundaciones.
En corto plazo, los hundimientos del Dren General del Valle obligarán a sacarlo de operación y para entonces debería haber un túnel profundo que lo sustituya.
Por esta razón concluyo en que hay que revisar y planear urgentemente un nuevo esquema de desagüe, basado en mayor capacidad de regulación y en un ampliado y robusto sistema de drenaje profundo.