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El terrible temblor que sacudió la semana pasada a CDMX, Puebla, Morelos y Guerrero dejó nuevamente al descubierto la vulnerabilidad de la Ciudad frente a este tipo de fenómenos naturales; sin embargo, quedó demostrada la generosidad y entrega de miles de voluntarios, principalmente jóvenes, que se volcaron a la ayuda en todos lados.
Trágica coincidencia que ocurrió el mismo día y a sólo una hora de haberse realizado el simulacro con motivo del aniversario 32 del terremoto del 19 de septiembre de 1985. Aunque sensiblemente menor en intensidad de acuerdo a la escala de Richter, 7.1 contra 8.2 de aquel entonces, la experiencia de quienes vivimos el terremoto del 85 podemos decir que lo sentimos igual o más fuerte. Esta sensación se explica por la cercanía del epicentro, localizado a 120 km de distancia y también por el tipo de temblor, que no fue provocado por el reacomodo de placas tectónicas, sino por el desprendimiento de una porción de placa a 56 km de profundidad. Los expertos afirman que este tipo de fenómenos son muy raros.
Inmediatamente después del terremoto, en medio del pánico y un caos total, la Ciudad se colapsó. A diferencia de 1985, las comunicaciones se mantuvieron abiertas, pero el tránsito paralizó toda la metrópoli, lo que demuestra la poca preparación y capacitación de todos (sociedad y gobierno) frente a una emergencia de esta magnitud.
En otros países, similares a México en actividad sísmica y huracanes, como Taiwán, cuentan con una serie de medidas de seguridad dignas de tomarse en cuenta.
Por ejemplo, frente a la alarma de sismo, las vialidades deben quedar libres. Los vehículos particulares sólo pueden ser utilizados para ayudar. El transporte público y de carga, de acuerdo a sus características, tienen un código que los relaciona con ciertas acciones de un protocolo de seguridad. La prioridad de circulación es para ambulancias, equipo de rescate, bomberos y maquinaria pesada usada en rescates. Es normal que por la psicosis y estrés que se genera a nivel social todos queramos llegar a nuestras casas, a la escuela de nuestros hijos o a donde se necesite para tener mayor certeza de cómo están nuestras familias y seres queridos, pero todas estas acciones, en un peor escenario, pueden tener consecuencias inimaginables.
Es importante mencionar que, como ciudadanos, necesitamos mejorar en los protocolos de seguridad. También, aunque hay que reconocer la diferencia en una respuesta más ágil de las autoridades entre el terremoto del 85 y del martes 19, éstas tienen que mejorar en lograr una comunicación eficaz entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad.
Hay que reconocer la valentía y la entrega total de los voluntarios que asumieron inmediatamente la función de rescatistas; sin embargo, es fundamental la presencia y la dirección de personal altamente calificado. Las primeras horas son esenciales para rescatar con vida a las personas atrapadas entre los escombros.
Tenemos que ser autocríticos y reconocer que se requiere mucha mayor capacitación y coordinación. La Ciudad cada día está más desordenada y caótica debido a la pésima planeación, a un crecimiento desmedido y a la nula coordinación metropolitana en materia de movilidad. Por lo tanto, que sea ésta una nueva experiencia para corregir las fallas y mejorar los esquemas de planeación urbana con visión metropolitana, de prevención de desastres y de protección civil; emplear nuevas tecnologías e ideas innovadoras, para hacer de la CDMX una ciudad resiliente frente a diversos tipos de fenómenos a los que está expuesta.
A pesar de esto, la valentía de los voluntarios, del personal de protección civil y rescatistas de distintas corporaciones de la Marina, el Ejército, topos de diversas nacionalidades y la policía capitalina, se ha logrado salvar a cientos de personas. Finalmente, hay que aplaudir el esfuerzo de todas estas autoridades y de toda la ayuda internacional que México ha recibido en los últimos días.
Con esta nueva y aterradora experiencia, gobierno y sociedad debemos trabajar para mejorar los protocolos de seguridad. En Ciudad Posible nos unimos solidariamente con las familias que perdieron a un ser querido, agradecemos y reconocemos el valor de los cuerpos de rescate y exhortamos a todos, especialmente a los jóvenes, a participar en la reconstrucción de una ciudad más segura, más resiliente, con mejores servicios y más preparada frente a los desastres naturales. México, la Ciudad y su gente tenemos la fuerza que se necesita para reconstruirnos como sociedad. Todos lo demostramos claramente estos días.
ciudadposibledf.org.
Twitter: @JL_Luege