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La experiencia de la NFL de camino al Super Bowl LII está a su máxima expresión en Minneapolis. Más allá de los jugadores con fama y fortuna, es interesante ver cómo un elemento puede mover toda esta maquinaria técnica de cara al juego de este 4 de febrero.
Así es. Se trata de Nick Foles.
Este quarterback, quien tuvo en mente el retiro hace dos años, debido a que perdió la pasión por lanzar un balón, jamás imaginó que en un corto tiempo y por un imponderable, como es la lesión de Carson Wentz, sería titular en el juego que, los que en algún momento practicamos el futbol americano, soñamos jugar.
Ya brindamos aquí espacio a Foles, quien —para mi gusto— es un verdadero candidato al jugador memorable de la temporada. Méritos, los tiene.
Por su lado, los Patriots de Nueva Inglaterra no han manifestado señal alguna respecto al daño que provocaría la ofensiva de Filadelfia, encabezada por Foles. En este momento, la urgencia del conjunto es darle a Tom Brady la garantía de que el ala cerrada Rob Gronkowski estará al cien por ciento el día del partido.
Es indudable que Gronk es un jugador clave en la fórmula con Brady. El binomio Brady-Gronkowski aporta un promedio por encima de los 16 puntos anotados por juego. Cuando no está el receptor, esta cifra baja a casi cuatro. Sorprendente, entre otras estadísticas.
A esa situación, Bill Belichick, head coach de los Patriots, atrajo la atención de propios y extraños en el Opening Day de la NFL. ¿Qué generó la atención descomunal sobre Belichick? Un simple detalle: su sonrisa. Nada común en él.
Especulando, Bill Belichick y su staff tienen la seguridad en que Gronkowski jugará, además de contar con la fórmula para vencer a Filadelfia en el Super Bowl LII, la que incluye cómo frenar a un quarterback que salió de la banca totalmente oxidado, como Nick Foles, y que ahora se ha ganado el respeto de propios y extraños al llevar a su equipo a disputar el campeonato.
No es para menos, ya que Foles —desde 2016— ha conectado 25 pases para anotación con dos intercepciones; además, ha explotado impecablemente con sus corredores jugadas optativas y pases pantalla, teniendo de cómplices a Jay Ajayi y LeGarrette Blount, para alcanzar un promedio de casi ocho yardas por juego en ese tipo de jugadas, resucitando el estilo que impusiera en su momento Chip Kelly.
Así las cosas, en tanto a Belichick le ofrecen “un centavo por tus pensamientos”, él no para de sonreír.