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El escándalo de Facebook y Cambridge Analytica ha colocado en el centro del debate la gran cantidad de información que hay sobre los ciudadanos y los temores sobre la posible persuasión y/o manipulación de los votantes por parte de candidatos, partidos y empresas. El escenario más aterrador es cuando los ciudadanos deciden su voto con base en información falsa (Brexit). Así, las noticias falsas representan el veneno que lenta pero eficazmente aniquila al proceso democrático. Nada más alejado del ideal del voto ilustrado e informado.
La atención por lo general se centra en quiénes pueden ser los emisores de estas noticias falsas; es decir, en su oferta. Pocas veces dirigimos la mirada hacia el lado de la demanda; es decir, a la propensión de los ciudadanos a creer en teorías de la conspiración y noticias falsas. ¿Qué tanto creemos los mexicanos en ellas?
Para contestar esta pregunta incluimos en dos encuestas nacionales (noviembre 2017 y enero 2018) diversos reactivos sobre hechos falsos y rumores sin fundamento. Incluimos asuntos electorales y de gobierno, pero también algunos de tipo científico. El rumor más popular, al que un mayor porcentaje de personas considera verdadero (54%), es la existencia de un “pacto secreto” entre PRI y PAN para que López Obrador no sea presidente. Los menos creíbles, a ojos de los ciudadanos, son: “el gobierno de Estados Unidos creó el virus del SIDA ” y “los asesores de Hugo Chávez y Nicolás Maduro trabajan con López Obrador” (20% ambos). Entre estos extremos, un 25% de mexicanos cree que “el cambio climático es un invento”, que “el gobierno sabía que iban a ocurrir los sismos de septiembre” (28%) y que “las vacunas no ayudan a prevenir las enfermedades” (35% en enero 2018).
Destaca que, a pesar de la evidente falsedad de algunas afirmaciones, un grupo importante de la población tiene predisposición a aceptar argumentos erróneos: por lo menos uno de cada cinco mexicanos cree en alguno de ellos. Y si tomamos el conjunto de conspiraciones y rumores que se preguntaron en ambas encuestas, encontramos que 28% de los mexicanos cree por lo menos en cuatro de las ocho afirmaciones evaluadas. Por lo anterior, el mercado potencial para manipular o engañar a la ciudadanía puede ser enorme, particularmente en lo que concierne a temas relacionados con el gobierno o con la figura de López Obrador. En el origen de esta credulidad quizá está la gran desconfianza hacia la clase política, lo que arroja como consecuencia una mayor propensión a creer en conspiraciones y rumores en todo lo relacionado con ella.
Dada la facilidad para diseminar noticias falsas por redes sociales , la pregunta es si, por ejemplo, los usuarios de Facebook (FB) creen más en conspiraciones y rumores que quienes no lo usan. La evidencia apunta a que la mayoría de las veces los usuarios de Facebook son menos propensos a aceptar como cierta una noticia falsa. Así, 78% de ellos dice que es falso que el cambio climático sea un invento (59% entre no usuarios de FB). De igual forma, 67% de los usuarios de FB señala como falso que EU creó el virus del SIDA o que las vacunas no ayudan a prevenir enfermedades (71%). Dada la correlación entre acceso a redes sociales y educación en México, no sorprende que los usuarios de FB tengan la educación o información necesaria para evaluar la veracidad de una noticia. En otras palabras, los usuarios de FB pueden estar más expuestos a noticias falsas, pero al mismo tiempo tienen mayores elementos para “filtrar” o discriminar esas noticias.
La excepción más notable a lo anterior tiene que ver con la figura de López Obrador. Los usuarios de FB creen más que existe un “pacto secreto” entre PRI y PAN para que no gane que el resto de la población (60 vs 49 por ciento). Esto se explica porque esta red social es predominantemente lopezobradorista y en consecuencia es más receptiva a este tipo de afirmaciones. En otras palabras, cuando se trata el tema de López Obrador, y posiblemente cualquier otro candidato, el partidismo supera a la educación como variable explicativa de la inclinación a creer en noticias falsas.