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Siempre hay batallas nuevas que nos obligan a concentrarnos en el presente, aquí y ahora.
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Necesitamos un Hogar (con mayúscula) donde vivir y morir.
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De las ciudades que visitamos nos queda el aura que adivinamos en ellas.
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Qué condena: de por vida, cargamos con una deuda.
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Cuando una pareja se cita en un bar y uno de los dos dice “algo se ha roto entre nosotros”, como con el cristal cortado, algo irreparablemente se rompe en ese momento.
