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Hoy es un día triste para la 4T, que probablemente perdió a uno de sus mejores y más preparados cuadros. La carta a través de la cual el ex secretario Carlos Urzúa se despide es impecable y debe ser una alerta seria para esta administración, alerta que alguien tenía que formular. La afirmación que hace Urzúa sobre la necesidad de hacer política pública con base en la evidencia toca uno de los puntos más sensibles de esta administración.
Un cuadro político valioso dentro de un gabinete es aquél que sabe hablarle a un presidente con la verdad, alguien que por su propio bien se atreve a decirle cuando está equivocado. Eso y más representaba Carlos Urzúa dentro del gabinete: una voz sensata que tenía la valentía de discrepar cuando era necesario, al mismo tiempo que tenía una postura comprometida.
Dos alternativas pueden derivarse de esto: que el presidente vea esto como un punto de inflexión a partir del cual inicie una necesaria rectificación o que se fortalezcan las voces que le dicen al mandatario lo que quiere escuchar, aunque no siempre le hablen con la verdad.
Por otro lado, es evidente que, al criticar la imposición de funcionarios sin conocimiento de la Hacienda Pública, promovida por “personajes influyentes del actual gobierno”, Urzúa le da un fuerte golpe a Alfonso Romo, quien al menos ha sido responsable del nombramiento de Margarita Ríos Farjat, al frente del SAT, y a Eugenio Nájera en Nafinsa y Bancomext, el segundo de los cuales ni siquiera despacha en la Ciudad de México. El desempeño de ambas instituciones debe ser sujeto de un cuidadoso escrutinio.
@HernanGomezB