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Hace 18 años un importante político mexicano me dijo: “Acostúmbrese a ver que lo inédito será lo común y lo que antes era común ahora será inédito”. La sesión de Congreso General del pasado 1 de septiembre fue muestra clara de que así ha sucedido, pero pareciera que para muchos la transformación de la política nacional aún no llega.
Durante el desarrollo de la sesión, se observó a un partido mayoritario, como lo es Morena, con un discurso entre mezcla de campaña continuada y oposición reacia.
La gran mayoría de ellos aún no se percatan de que se convirtieron en el partido oficial del nuevo gobierno, que arrancará su mandato el próximo 1 de diciembre.
Un partido que cuenta con más diputados que ideas, un partido que no tiene empacho en utilizar el bullying legislativo como su mejor arma de defensa; su ataque se concentra en gritos y descalificaciones a todo aquel que, en su derecho a la libre expresión, siquiera ose tocar a Morena con el pétalo de una rosa.
La intolerancia y la soberbia parece que serán los pilares de ese partido político, producto del malestar social, ahora ante esa sociedad no podrá excusarse, ni trasladar culpa a nadie por no concretar su plataforma de gobierno y seguramente las buenas intenciones del presidente electo se verán manchadas repetidamente con aquella famosa frase de: “No me defiendas compadre”.
La pregunta es: ¿Morena tendrá capacidad para actuar como
gobierno?
Parece ser que muchos de sus dirigentes fundadores y otros recientemente convertidos han escuchado un discurso distinto al que en repetidas ocasiones ha manifestado el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
La reconciliación nacional, el respeto a las minorías, el respeto a la libre expresión de las ideas y, aún más, a la posibilidad de dar una muestra de madurez política buscando el consenso a través de la relación política; hoy no parece ser el motor que mueve a ese grupo parlamentario en la Cámara de Diputados.
Muchos, aunque usted no lo crea, piensan que el grito de: “Es un honor, estar con Obrador…”, los redime de culpas y que su radicalización contra los demás es muestra suficiente de supuesta lealtad al ahora presidente electo. Nada más falso que eso, basta observar cómo muchos de ellos han ido logrando espacios.
La gran mayoría de los grupos parlamentarios reconocen que el nuevo gobierno ostentará un poder total, que les permitirá prácticamente hacer lo que quieran a lo largo y ancho del país.
En poco tiempo veremos si la izquierda mexicana es reconocida en la historia, memoria del tiempo, por haber alcanzado el anhelo más preciado que la ideología de izquierda sostiene: la lucha por la igualdad social, por la libre expresión de las ideas, por la justicia, por el fortalecimiento de la democracia.
Hoy la izquierda mexicana que gobernará, no sólo debe sentirse comprometida con un proyecto individual o personal; hoy el compromiso es con México, con la izquierda del mundo moderno, con todos aquellos que profesamos ideales y luchas similares. Hoy la soberbia y la intolerancia pueden convertirlos en represores, motivados por la sed de venganza.
Muy pronto veremos si efectivamente la patria que todos conformamos es primero.
DE REFILÓN.— Es innegable que la designación del diputado Mario Delgado como coordinador del grupo parlamentario de Morena coloca y genera la percepción real del fortalecimiento del equipo de Marcelo Ebrard. Hoy en el primer esbozo o boceto político nacional han tomado la delantera y ya se habla de que, en 6 años, Ebrard será Presidente de la República y Mario Delgado, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Diputado federal