Los operadores del C-2 informaron a los tripulantes de una patrulla que, en una calle de la delegación Iztacalco , un taxi acababa de cerrársele a una camioneta de reparto. Se inició la búsqueda y vino una persecución. Los tripulantes del taxi fueron detenidos en la Agrícola Oriental.

Llevaban dentro del auto, maniatado y con el rostro cubierto, al conductor del camión de reparto. Cuando se inició la carpeta de investigación, se descubrió que uno de los detenidos contaba con cuatro ingresos al sistema penitenciario de la Ciudad de México .

El segundo detenido tenía dos ingresos: por robo y robo en pandilla.

El tercero estaba involucrado en otro caso de robo a repartidor.

Una mañana, cerca del mediodía, varios hombres armados ingresaron en una tienda Coppel, ubicada en las cercanías del Metro Iztacalco. Rompieron las vitrinas con mazos y metieron en mochilas más de 30 celulares.

Una noche, cerca de las 20:00, ocho hombres armados irrumpieron en una tienda Coppel, saquearon las vitrinas y se llevaron, en mochilas, todos los celulares que pudieron. Policías del sector Pantitlán fueron alertados, pero no lograron localizar a los responsables.

Una tarde, 15 hombres armados aparecieron en un negocio de venta de autos que se localiza en Viaducto y la Viga. Eran las 15:30. Los hombres llevaban armas largas. Se llevaron 10 autos de lujo. La policía fue alertada, pero no pudo localizar a los responsables.

Otra noche, cerca de las 22:00 horas, dos policías intentaron frustrar un asalto a una tienda de abarrotes. Se habían percatado de que dos hombres armados amagaban al empleado del mostrador. Les ordenaron que soltaran las armas. Los asaltantes contestaron a tiros.

Los dos agentes cayeron heridos. Los paramédicos nada pudieron hacer por uno de ellos. Murió a bordo de la ambulancia.

Decenas de elementos de la SSP salieron en busca de los agresores. Peinaron varias calles. Pero los delincuentes escaparon.

Todo esto ocurrió entre diciembre de 2017 y febrero de 2018.

En 2016, la organización México Evalúa incluyó una calle de Iztacalco entre los ocho puntos “más calientes” de la Ciudad. En dicha calle se habían dado, por ejemplo, más de 20 reportes de robo a bordo de microbuses.

Los vecinos de la demarcación han denunciando consistentemente la inseguridad que priva en las calles. Robo a casa habitación, robo a negocio, robo a bordo de transporte público, robo a transeúnte.

Un robo cada siete horas: Iztacalco se encuentra entre las cinco delegaciones más peligrosas de la capital: cerca de 10% de los delitos denunciados ocurrieron ahí.

La gente voltea la cara varias veces antes de entrar o salir de su casa. Es en ese sitio en donde se les despoja de sus autos, o bien de sus carteras, sus bolsos y sobre todo, de sus celulares.

Los asaltantes son jóvenes, menores de 30, muchas veces se mueven en moto. Como hace dos días.

Hace dos días una moto se le emparejó a Mario a las puertas de su casa. Lo encañonaron con una escuadra, le exigieron su celular. César, hermano de Mario, escuchó los gritos, y salió a ver.

Apenas había puesto un pie fuera de la casa, cuando el asaltante que empuñaba el arma, le disparó a mansalva en la cara y en el tórax.

Esto ocurrió en el Infonavit Iztacalco. Eran las 22:25.

Una de las balas se le alojó en un ojo. La otra, en un pulmón.

César fue llevado a Traumatología, en el Hospital Magdalena de las Salinas. “El ojo ya lo perdió”, me escribió su hermano, “respira por medio de una bomba”.

César resistió las cirugías maxilofacial y oftálmica a las que tuvo que ser sometido. Anoche, cuando me senté a escribir estas líneas, seguía luchando, y su familia estaba pendiente de su progreso pulmonar.

Los agresores habían sido vistos rondando en la motocicleta las inmediaciones del Metro Iztacalco y las inmediaciones del Infonavit Iztacalco, al que fueron a refugiarse, por cierto, los asaltantes de la tienda Coppel.

La denuncia fue presentada en la Fiscalía Desconcentrada de Investigación en Iztacalco. Se abrió la carpeta CI-FIZC/IZC-1/UI-1S/D/00330/03-2018. La policía, otra vez, revisó las cámaras, peinó las calles buscando a los responsables.

Pero no logró dar con ellos. Nuevamente no logró dar con ellos.

En el desesperado mensaje que me envió, al hermano de César solo le quedó encomendar “la vida de mi hermano a Dios”.

“Te ruego Señor que lo dejes vivir entre nosotros. Y que él pueda seguir disfrutando de sus hijos”, escribió con esperanza.

Con su única esperanza.

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