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El 26 de septiembre de 2014, 120 alumnos de primer grado de la normal rural de Ayotzinapa salieron en dos autobuses rumbo a Iguala, Guerrero. Les habían ordenado ir a botear y secuestrar camiones. Al frente de cada unidad se hallaban miembros relevantes de la estructura organizacional de la escuela. Bernardo Flores Alcaraz, El Cochiloco, iba a cargo de un autobús. En el otro viajaba un alumno conocido como El Chane.
Ambos formaban parte del círculo de confianza del líder estudiantil Daniel Flores Maldonado, alias La Parka, secretario general del Comité de Base Estudiantil.
De acuerdo con la Recomendación 15VG-2018 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, La Parka protegía dos grupos de alumnos que vendían estupefacientes dentro de la normal rural, uno encabezado por un estudiante conocido como El Morelos, y por otro al que llamaban La Jaiba. Ninguno de ellos abordó los autobuses que iban a Iguala.
La Parka declaró que aquella tarde había viajado a Chilpancingo y que ahí se había enterado de la agresión que sus compañeros sufrían a manos de policías municipales.
Según el expediente de la CNDH, el alumno mintió. Estaba en Iguala a la hora de los hechos: había viajado en una camioneta de la Normal que escondió en un baldío, y cuyos logos tapó con lodo. Sin embargo, no hizo presencia en el lugar de los hechos hasta pasadas las 11:30.
Al llegar a la caseta de Iguala los alumnos dejaron pasar cuatro autobuses, pero intentaron llevarse uno en específico: el 2513. Según el chofer, un pasajero “negoció” para que dejaran llegar el camión a la Central Camionera.
Tiempo después, gracias a unos chats que intercambiaron miembros de Guerreros Unidos —intervenidos por la DEA—, se supo que en aquel autobús que procedía de Acapulco viajaban hombres armados. “En ese autobus venia una señora de mi” (sic), le comentó un miembro de Guerreros Unidos, dos días después, a uno de sus jefes cuya clave era “Silver”: le relató que a aquel autobús “se lo yevaron” de Chilpancingo, que “ivan armados”, y que “la señora seis vajo en un desquido” (sic).
“Silver” pidió que localizaran a la señora, porque “la vamos a ocupar para que atestigue”, y ordenó “que si tiene el boleto que lo guarde”. Su interlocutor admitió que cuando la señora le hizo saber lo de los hombres armados, no le dio importancia. Escribió: “Jamas me imajine q eso fuera lodela bandera”. Informó también que alguien había regañado a la señora “xq sevajo”.
“La bandera” es la forma en que los narcos se referían en clave a Iguala (ahí nació la bandera mexicana). La CNDH considera que este mensaje tiene “importancia toral”, se relaciona con el “factor desencadenante”: revela que en el autobús iba gente armada, y que la señora informó de esto a alguien, que la regañó por bajarse.
Al llegar a la central, como se sabe, el chofer bajó de la unidad y huyó con las llaves. De la gente armada y del pasajero que “negoció” desapareció todo rastro. Uno de los alumnos llamó al Cochiloco para explicarle el inconveniente. Según la CNDH, El Cochiloco le llamó a La Parka; luego ordenó que los alumnos hicieran lo que no estaba planeado: ir al centro por ese autobús. La Parka esperó noticias, cenando en un restorán de Iguala.
Los normalistas salieron de la central con tres autobuses más. Cuando vino la agresión contra ellos, solo dos autobuses fueron atacados, las dos unidades en las que habían llegado de Ayotzinapa. En una, como se ha dicho, viajaba El Cochiloco, y en otra El Chane: los dos, indica la Comisión, estaban identificados con Los Rojos.
Milenio publicó más tarde el contenido de una grabación telefónica entre dos alumnos. Uno de ellos: Omar Vázquez Arellano (hermano de un sicario de Los Rojos asesinado en 2014). En esa llamada, un estudiante no identificado avisa a Omar que miembros de Los Ardillos intentaron entrar en la Normal buscando a unos “que les dicen Los Powers”.
Omar responde que buscan a “Chane y otros”. El alumno dice que “vienen por los compañeros que están identificados que estaban trabajando con Los Rojos”.
El informe de la CNDH revela que los estudiantes desaparecidos fueron usados como carne de cañón e ignoraban a qué fueron enviados a Iguala. Revela que un grupo de morelenses y otro de la Costa Chica manejaban la venta de drogas en la escuela. Revela que el líder estudiantil intentó ocultar que estaba en la ciudad antes de los hechos. Parece sugerir que los autobuses 1531 y 1568 fueron atacados porque El Cochiloco y El Chane fueron detectados en ellos.
Y sobre todo, ayuda a entender la paranoia de los Guerreros Unidos, la idea repetida de que Los Rojos “se habían metido en la plaza”. ¿Será que en lo que se refiere al móvil el caso está resuelto?