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Hay actos que un profesional no debe cometer y, si los hace, debe ser sancionado, exhibido públicamente por su error.
En esta semana se han dado varios ejemplos de lo que un deportista no debe representar, temas que parecen minimizados por el propio entorno del futbol.
Vamos por partes. Cuando a Mario Balotelli y Dani Alves, entre otros futbolistas, les aventaron un plátano, el mundo explotó con ira, por la muestra de racismo; incluso, la FIFA y la comunidad internacional rechazaron tajantemente esto, siendo el órgano rector del balompié mundial el que sanciona severamente cuando sucede.
Cuando Luis Aragonés se refirió a Thierry Henry como “negro de mierda”, se armó un escándalo monumental y hasta una campaña se hizo junto con Ronaldinho, Roberto Carlos, Claude Makelele y Carles Puyol, entre otros, lanzando mensajes antirracistas al mundo entero.
¿Y lo sucedido en Nashville con Matt Miazga, contra Diego Lainez, no es un acto discriminatorio? ¿Por qué la comunidad internacional lo ve como “una cosa del futbol”? ¿No es lo mismo decirle “negro de mierda” a un ser humano que “enano” y hacerlo notar con ademanes?
La US Soccer tendría que disculparse públicamente ante el futbolista mexicano, la FIFA castigar al defensa del Nantes y la comunidad internacional estar indignada por este tipo de acciones, que solamente muestran que en el futbol, cuando les conviene, se hace ruido y aplican los valores correctos, pero cuando no, les vale tres reverendos pepinos. A esto, en el pueblo donde nací, se le llama “doble moral”.
Cuando Eric Cantoná se subió a la tribuna y dio una patada artera a un aficionado, también hubo una reacción de la comunidad internacional, en cuanto a rechazo e indignación. Hace un par de días, Agustín Marchesín, por estar enchilado y porque un canterano le tocó el zapato, le dio una patada artera y cobarde, pero sobre todo con una actitud llena de prepotencia y arrogancia. Los sabios del futbol dicen que es “normal”, que eso pasa en todos los entrenamientos.
Si bien, fue sancionado internamente por el América, es momento de que Mauricio Culebro ejerza los más altos valores que debe tener un club y sea sancionado ejemplarmente, porque este tipo de actitudes merecerían hasta separación temporal del plantel, y que se quedara sin jugar algunos partidos de la Primera División.
Pero como parecen importar más los resultados deportivos que los valores, esto pasará como si no hubiera sucedido algo, entregando al futbol mexicano un ejemplo de impunidad absoluta.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
En esta semana se han dado varios ejemplos de lo que un deportista no debe representar, temas que parecen minimizados por el propio entorno del futbol.
Vamos por partes. Cuando a Mario Balotelli y Dani Alves, entre otros futbolistas, les aventaron un plátano, el mundo explotó con ira, por la muestra de racismo; incluso, la FIFA y la comunidad internacional rechazaron tajantemente esto, siendo el órgano rector del balompié mundial el que sanciona severamente cuando sucede.
Cuando Luis Aragonés se refirió a Thierry Henry como “negro de mierda”, se armó un escándalo monumental y hasta una campaña se hizo junto con Ronaldinho, Roberto Carlos, Claude Makelele y Carles Puyol, entre otros, lanzando mensajes antirracistas al mundo entero.
¿Y lo sucedido en Nashville con Matt Miazga, contra Diego Lainez, no es un acto discriminatorio? ¿Por qué la comunidad internacional lo ve como “una cosa del futbol”? ¿No es lo mismo decirle “negro de mierda” a un ser humano que “enano” y hacerlo notar con ademanes?
La US Soccer tendría que disculparse públicamente ante el futbolista mexicano, la FIFA castigar al defensa del Nantes y la comunidad internacional estar indignada por este tipo de acciones, que solamente muestran que en el futbol, cuando les conviene, se hace ruido y aplican los valores correctos, pero cuando no, les vale tres reverendos pepinos. A esto, en el pueblo donde nací, se le llama “doble moral”.
Cuando Eric Cantoná se subió a la tribuna y dio una patada artera a un aficionado, también hubo una reacción de la comunidad internacional, en cuanto a rechazo e indignación. Hace un par de días, Agustín Marchesín, por estar enchilado y porque un canterano le tocó el zapato, le dio una patada artera y cobarde, pero sobre todo con una actitud llena de prepotencia y arrogancia. Los sabios del futbol dicen que es “normal”, que eso pasa en todos los entrenamientos.
Si bien, fue sancionado internamente por el América, es momento de que Mauricio Culebro ejerza los más altos valores que debe tener un club y sea sancionado ejemplarmente, porque este tipo de actitudes merecerían hasta separación temporal del plantel, y que se quedara sin jugar algunos partidos de la Primera División.
Pero como parecen importar más los resultados deportivos que los valores, esto pasará como si no hubiera sucedido algo, entregando al futbol mexicano un ejemplo de impunidad absoluta.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx