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A mis queridos paisanos les deseo, con la mano en el corazón, que los próximos 11 meses inevitables para el término del gobierno de Peña Nieto, transcurran lo más rápido posible, antes del tiempo necesario para producir un chasquido de dedos (No perder de vista que mi columna se intitula: Los buenos deseos…). La presente administración, con sus muy escasas excepciones, pasará a la dolorida historia de México como una de las más corruptas, cínicas, ensangrentadas, ineficientes y despreciables de las que se tenga memoria a partir de nuestra independencia, lograda a principios del siglo XIX.
Si bien les deseo que el esperado y ansiado cambio de poderes en diciembre del 2018, no tarde más que un mero guiño, tampoco pretendo que la ira y el hartazgo social mucho más que justificado que padecemos, se convierta en un voto de castigo en contra de México al votar a favor de López Obrador, lo cual propiciaría que, en un breve plazo, llegáramos a extrañar a Peña Nieto. ¿Qué tal…? El coraje y el malestar debe estar destinado a castigar todo aquello que representa a la actual administración, ni hablar, pero sin confundir nuestros apetitos de venganza con México. ¿Qué culpa tiene la patria? ¿Por qué ensañarnos con ella y todavía hundirle un acero afilado por la espalda al elegir a un embustero profesional como López Obrador que solo vendrá a complicar el estado de cosas de manera irreversible? ¿Quién quisiera que lo que ocurre en la ciudad de México, el manicomio más grande del mundo, se reproduzca en toda la nación cuando AMLO entregue mensualmente enormes cantidades de dinero a los sectores depauperados del país para empadronarlos a cambio de obtener su voto? Morena y lo que significa, gobernaría en el resto de país por los siglos de los siglos… La misma escuela chavista que permitió el acceso al poder al “presidente” venezolano.
México es inocente: el voto irracional, colérico, sanguíneo y furioso nos acercará a la venezonalización… Pensemos hacia dónde dirigimos nuestra justificada furia…
En otro orden de ideas, deseo que a partir de 2019 empecemos a disfrutar las innumerables ventajas de convivir en el seno de un verdadero Estado de Derecho y no en el contexto tenebroso de una caverna de trogloditas, en donde surgen muertos y descuartizados por doquier; sueño con la creación de millones de puestos de trabajo, la estrategia idónea para rescatar a millones de compatriotas de la pobreza. Espero que nuestro país sea contemplado con el debido respeto de la comunidad internacional, que hemos perdido en razón de la vergonzosa putrefacción del sector público y del asombro del mundo, cuando Trump, un peleador callejero, fue invitado nada menos que a Los Pinos, la casa de todos los mexicanos, rindiéndole honores propios de un Jefe de Estado, uno de los peores errores de la historia diplomática de México. Anhelo que logremos exitosas reformas a nuestro querido TLC, que reporta transacciones por más de mil millones de dólares al día; que el Banco de México controle mágicamente la inflación, el más pesado impuesto en contra de la población de escasos recursos, muy a pesar de la enorme derrama económica de dinero negro proveniente del mismo gobierno para financiar la campaña del PRI en el 2018; que nos preparemos para la catarata de noticias “fake”, falsas, que recibiremos. No circulemos nada sin verificar la veracidad, la intención de quien la creó o la confiabilidad de la fuente: recordemos que en estos casos la información no nos confiere poder, sino que se lo otorga a quien crea el embuste y nos utiliza para volverla viral.
Deseo que se dispare violentamente el precio internacional del barril de crudo, que no suba el costo de la gasolina en razón a la depreciación del peso y de la patética ineficiencia de Pemex por haber burocratizado la energía y si va a subir, al menos que sea muy poquito… Que se nombre a un mexicano probo e inatacable, existe, yo conozco a muchos, como fiscal general y a otro como fiscal anticorrupción; que México ya no se manche con baños de sangre ni sigamos siendo exhibidos en el mundo entero como un país de caníbales, en donde miles de personas desaparecen y en pocas ocasiones se encuentra a los culpables; que se legalice la marihuana que mata menos que el alcohol, más aún cuando cientos de miles de presos subsisten en las cárceles mexicanas acusados de tráfico de este enervante en específico.
Deseo firmemente que los demócratas ganen las elecciones legislativas intermedias en el próximo noviembre y que Trump sea enjuiciado y destituido por sus vínculos criminales electorales con los rusos. Que fracase escandalosamente su reforma tributaria, que no haya fuga de capitales mexicanos a Estados Unidos, que mantengamos el nivel de reservas de divisas en el Banco de México, que no se incrementen los impuestos ni los intereses en nuestro país para combatir la huida de recursos.
Finalmente deseo a mis queridos lectores que se coloquen la mano izquierda en el hombro derecho y la derecha en el hombro izquierdo y sientan el abrazo afectuoso que les mando a la distancia donde sea que se encuentren…