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El tiempo
es una dimensión a la que muchos corredores se aferran, la misma donde la gente común suele vivir a la carrera por las prisas.
El tiempo
es una decisión, están los que corren contra reloj y quienes prefieren disfrutar el recorrido sin la presión de las expectativas. Yo, al principio, no me lo ponía, no pasaba por mi mente la idea de voltear a ver la hora, simplemente vivía el momento, como supongo ocurre con casi todos los corredores cuando empiezan. Es como en la vida con los niños, que ni saben que existe ni se preocupan porque prosiga, mucho menos por vencerlo. Y es que, a final de cuentas, es verdad, el tiempo es un invento, un convencionalismo, una medición imaginaria para ordenar sucesos en la cabeza.
El tiempo es un punto de partida, la línea de llegada, una meta, una marca, un desafío, incluso, un obstáculo. Pero, como dice una amiga y maestra que se llama Virginia, si quisiéramos, podríamos esquivarlo y hasta detenerlo. En el periférico de la Ciudad de México, por ejemplo, cuando tenemos que llegar en 10 minutos al extremo opuesto. O cuando Gianluigi Buffon se retira del futbol y en pleno minuto 67 en televisión abierta los jugadores de ambos equipos suspenden el partido para rendirle un tributo y abrazarlo en medio de una andanada de aplausos del público. O, por supuesto, cuando Edward Bloom descubre al amor de su vida en Big Fish. El tiempo tiene sus puntos débiles.
“Si quitas tu atención del reloj y la fijas mejor en tu respiración, todo puede pasar, excepto el tiempo, que se detiene, se alarga, se estira como los adolescentes que crecen de un día al otro, cual si hubieran transcurrido años”, me cuenta Virginia y me recomienda que no cuente los minutos, pues la impaciencia es capaz de cambiar el color de los semáforos a rojo.
Aquí, llegar puntual es una victoria, así como en los Olímpicos romper un récord es la gloria. Tampoco hay que pelearse con el tiempo, al revés, ha sido nuestra mejor creación: nos mantiene en sincronía, nos permite encontrarnos, ponernos de acuerdo, hacer citas y enamorarnos a primera vista. En el tiempo la vida converge, es una oportunidad. Que el tiempo deje de ser un pretexto para dejar de hacer lo que vinimos a hacer.
El tiempo es relativo, corre diferente en pequeños que en grandes, en tristes que en alegres, Para unos es rápido, para otros, lento. El tiempo es una sucesión de instantes, el tiempo es la frontera del pasado, el presente y el futuro; el tiempo debería llamarse “porvenir”.
Anécdota: Bruno Hortelano es un corredor español, campeón europeo de 200m y semifinalista olímpico en Río 2016, quien, después de un accidente que le destrozó la mano derecha, ayer regresó a las pistas en Tenerife para competir en los 400m. “Pero mi objetivo no es la marca, sino buscar sensaciones positivas”, declaró antes del disparo de salida.