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La decisión de reducir el presupuesto para las estancias infantiles es una crueldad del nuevo gobierno, cuyo ofrecimiento fue atender primero a los pobres. No es sólo un incumplimiento a la palabra empeñada por el propio Presidente, sino una demostración plena de que están desmantelando las políticas sociales para dar paso a la construcción de una base electoral.
El primero de diciembre, en el Zócalo, el presidente López Obrador ofreció, en su tercer punto de compromisos, mantener las estancias infantiles y regularizar los CENDIS de su aliado, el Partido del Trabajo. “Ambos programas tendrán recursos garantizados en el presupuesto y pasarán a formar parte de las Secretarías de Bienestar y de Educación Pública”, dijo.
No fue así y decidió reducir el presupuesto de las estancias infantiles, en perjuicio de 315 mil niños. Fue otra promesa incumplida, como aquella de bajar el precio de la gasolina si llegaba al poder.
La medida es cruel, atenta contra la dignidad humana, lesiona el presupuesto familiar de los más pobres, aquellos a que los que prometió prioridad. Es, además, una medida típicamente neoliberal, aplicada por quienes dicen estar en contra del neoliberalismo.
El gasto del gobierno en las estancias infantiles es mínimo si lo comparamos con los 270 mil millones de pesos perdidos por la decisión arbitraria de cancelar el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NACM), con los mil millones de pesos diarios en pérdidas por el bloqueo de la CNTE en Michoacán, uno de los aliados predilectos del gobierno, o con las pérdidas por las huelgas tripuladas por Morena contra las maquiladoras de Tamaulipas.
En números redondos, el presupuesto para las estancias infantiles pasó de 4 mil 700 a 2 mil 24 millones de pesos. ¿A dónde irán los poco más de 2 mil 600 millones de pesos que le quitan a las instancias infantiles? Muy posiblemente a la construcción del Tren Maya, ese elefante blanco que será el símbolo del despilfarro del presente sexenio y cuyo trazo, según confesó una secretaria de Estado, “está en la imaginación”, pues no hay estudios de factibilidad.
En los hechos, el gobierno colocó a decenas de miles de madres en la angustia e incluso en la desesperación. El gobierno quiere que dejen los niños con los abuelos. ¿Y los que no tienen abuelos vivos? Además, el cuidado de los niños requiere personal especializado.
Mucha gente dice que el gobierno quiere cancelar el programa de estancias infantiles porque los niños no votan. A mí me parece que no les falta razón en lo que dicen.
Las estancias infantiles son un programa social que funciona bien. El costo aproximado de mantener un niño en una estancia es de mil 200 pesos al mes, unos 13 mil 600 pesos al año. En cambio, en el IMSS y en el ISSTE el costo por niño es de aproximadamente 54 mil pesos al año.
En las estancias infantiles atienden a niños de hasta 3 años y 11 meses, porque las madres estudian o son madres solteras que sostienen su hogar. Ahí los niños tienen desayuno y comida caliente, clases de estimulación temprana, equivalentes al primer año de preescolar. Por eso, la reducción del presupuesto me parece una medida inhumana del gobierno. Ello demuestra que el gobierno no tiene una política social y sólo gasta en aquellos que le van a dar votos.
El recorte al presupuesto de las estancias infantiles debe enmarcarse en una cadena de retrocesos que afectan a los niños y su educación. En los hechos, el gobierno ha regresado a la CNTE una proporción muy significativa de escuelas en los estados con mayor grado de pobreza, como Michoacán, Oaxaca y Guerrero. En la práctica, desaparece el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE) y reduce en términos reales el presupuesto de las universidades de calidad mundial, como la UNAM, para crear 100 universidades “patito”.
Los niños hoy y los jóvenes mañana, pagan los errores del gobierno.