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Entre tanto revuelo por la crisis aguda de las Chivas, el liderato del León (es broma, de eso nadie habla), el dominio chilango sobre los regios —que intentan ya competir en protagonismo— el futbol y la Copa MX le ponen un reto peculiar a los Pumas.
Jugarse la credibilidad de Bruno Marioni y el proyecto rasposo de Ares de Parga en Ciudad Juárez, y de ahí esperar una hipotética revancha contra el poderoso y hoy flamante América.
No confundan los objetivos, Pumas no va a clasificar; es más, de hacerlo seguro le esperaría otra escandalosa eliminación, como las últimas dos contra el odiado rival, pero a su afición y a su gente le urge festejar algo, saberse de nuevo ganadores, provocar una celebración que consagre la postura aventada de Bruno, quien ya le ganó en casa al Ame de Miguel Herrera y provocó la destitución de José Saturnino Cardozo en el Guadalajara.
De ahí la importancia de saber que los juegos son de 90 minutos, donde se puede plantear esa revancha contra las Águilas , pero primero debe ganar en una de las plazas más complejas del Ascenso y, de fallar, el efecto anímico —e insisto, de credibilidad— para esta directiva de Pumas será muy dolorosa una eliminación más y otro semestre sin nada que festejar para el cuarto equipo grande de nuestro país, al menos eso dicen sus fervientes seguidores.
¡Bienvenidos, bienvenidos! Al momento en el que los Pumas intentarán recuperar algo de su grandeza.
@EnriqueVonBeas