Más allá del resultado y el dolor del mismo, existen las formas con las que uno puede salir enaltecido por sus equipos, colores y tradiciones. La entrada y el ambiente fueron espectaculares. En la tribuna y en las calles se sigue demostrando por qué es el Clásico de Clásicos.

En este deporte hay accidentes y hay trabajo. El trabajo se palpa, se genera día a día y en él se da forma y sello a tus ideas. Si no ganas con la fórmula profesional del futbol es cuando un accidente te puede provocar eso. Setenta minutos de dominio absoluto del que mejor trabaja, del campeón y del que entiende qué quiere hacer y cómo hacerlo.

Por eso, más allá de los errores de Chacón o de Jiménez, Cardozo mató las formas de las Chivas. No es la regla de los menores, es la incapacidad de proponer, concretar. En el primer tercio de la campaña tenías a tus tres goleadores conectados.

La inoperancia contra el Veracruz en casa, la nulidad futbolística contra el Monterrey también en casa, la poca idea contra el Querétaro y miren que no cuento la goleada en contra de Pachuca, sumado al ridículo del Mundial de Clubes y que América, tu odiado rival, parte de nuevo como favorito, ahora para dejarte fuera de zona de Liguilla, lo cual no sólo prende los focos rojos de Pepe Cardozo, sino de la constante realidad de las Chivas en la era Higuera. Los dos jugadores que más huevos le pusieron en la cancha fueron el Bofo y Oribe.

¡Bienvenidos, bienvenidos! En donde hoy me queda más claro que nunca las dos caras de la moneda de los proyectos más queridos en México.

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