No entiendo a la honorable familia del futbol mexicano . Tengamos en cuenta un par de factores para poder decidirnos si los atropellos de los seis juegos del Tuca Ferretti post Mundial asoman la ineptitud o la parsimonia de los directivos.

No alcanzo a entender esta dinámica de la nada y la cero transparencia para operar, que nos demuestra lo poco preparados que están —a veces— los dueños del balón para no darse cuenta del daño constante y la eterna retórica del ya mérito.

Más allá de que la sonada contratación del Tata Martino le puede dar esperanza de nuevo a los mensajes del quinto partido, lo que no comprendemos es por qué tirar seis meses con todo y dos partidos en Argentina , mismos que pedíamos hace años y que, cuando se consiguen, parecen más de la gira molera con dulce de leche.

Hablamos de una búsqueda de renovación generacional y seguimos cabildeando con los europeos y castigando a los que siguen con frases filosóficas. Guillermo Ochoa habla fuerte en zona mixta con el compañero Rubén Rodríguez , da un tremendo mensaje de liderazgo —y con muchos huevos— para decir que urge poner en orden el barco y, al día siguiente, demuestra todo lo contrario al regresarse con su club, como siempre pasa.

Esa constante dualidad sólo habla de que las cosas siguen igual que siempre, con dueños de la pelota mezquinos, con exitosas empresas, pero carencia para comprender este bello deporte con todas las aristas. ¡Bienvenidos, bienvenidos! Al cierre de la era Tuca Ferretti y los seis meses que la FMF optó por tirar a la basura, entre la narrativa de los nuevos talentos y la conciliación europea.

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