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Sheinbaum es una candidata natural para suceder a López Obrador.
El sexenio apenas comienza, pero no es extraño escuchar nombres de mujeres y hombres que podrían dar continuidad a la 4T.
Hay quienes opinan que Ricardo Monreal no romperá con AMLO.
Otros indican que Andrés Manuel le debe una al experimentado Marcelo Ebrard (luego que este último hiciera un quiebre encuestador para dejarle libre el paso rumbo a la candidatura de izquierda, en noviembre de 2011).
Sobre la doctora Claudia, además de ser la primera mujer electa Jefa de Gobierno en la historia de nuestro país (recalco, electa), goza del reconocimiento y cariño del Presidente. Han permanecido hombro con hombro, en las buenas y en las malas.
Es una funcionaria seria. La convocatoria de gente no partidista para formar parte de su gabinete le mereció elogios hasta de los más críticos “pejeiters”.
Tiene un “as” llamado Ciudad de México. Estar al frente de la urbe otorga visibilidad, fuerza, presupuesto, etcétera.
Pero también es un bumerán. La carta con la que cuenta se está convirtiendo en el peso mayor.
Hay muchos problemas.
Dos de ellos, de los más graves, ya son inocultables: deterioro del medio ambiente e inseguridad.
La realidad superó cualquier discurso tardío.
El fin de semana el olor a quemado era evidente. El horizonte desapareció. Los edificios, avenidas, camellones, se pintaron de gris. Con ese tono melancólico, solitario, extraño, de películas apocalípticas.
La autoridad no apareció. Se difuminó en la bruma sabatina.
Los ciclistas salieron. Los maestros marcharon. Las construcciones siguieron.
Ante la sorpresa de muchos, el lunes pasó.
Aparecieron mediciones para las mentadas partículas dañinas. Faltaron protocolos.
Personas con ojos llorosos, irritación de garganta, dolor de cabeza y pacientes asmáticos tuvieron que esperar la cifra oficial. 150. El número mágico.
Sucedió en Nezahualcóyotl.
Fue entonces cuando, frente a la amenaza, le pusieron nombre a la acción. La llamaron contingencia y la apellidaron extraordinaria.
En el panorama sombrío, el miércoles por la noche llegó la lluvia. La granizada y las inundaciones supieron a bendición de Tláloc.
Pero nada, las condiciones continuaron en el rango de “malas”.
Como mala es la peor de las contingencias: asesinatos, asaltos, ajuste de cuentas, muertes, robos… A todas horas, en todas partes.
Sheinbaum reconoció el incremento de la violencia. Matizó con el señalamiento del maquillaje de cifras manceristas.
Entre la delincuencia y la contaminación, el día a día en la Ciudad de México se ha convertido en una lucha por la vida. La primera la arranca de tajo. La segunda, lentamente.
El tiempo corre.
O enfrenta al crimen y mejora la calidad del aire que respiramos, o no habrá paz para los capitalinos.
Ni futuro político para ella.
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