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El Presidente dijo que estamos viviendo una etapa nueva, algo nunca visto. Muestra de una verdadera democracia.
Lo mencionó porque el Senado rechazó dos veces las ternas que presentó para la Comisión Reguladora de Energía.
Lo expresó con todo gusto y tranquilidad.
Y es que la ley marca que si eso sucede, él tiene la última palabra. La facultad de decidir quiénes se integran.
A Morena no le alcanzó el gran poder de López Obrador, ni la fuerza de sus escaños, para votar los nombres enviados por el Ejecutivo Federal.
Tuvieron que llegar hasta la última instancia. Hasta la voluntad de AMLO.
En cualquier panorama, la casa presidencial gana.
El primer bateo se dio porque los aspirantes no mostraron los suficientes conocimientos. Las comparecencias públicas los exhibieron.
El segundo, porque Andrés Manuel mandó prácticamente a las mismas personas, pero en distinto orden. Sólo cambió uno. A pesar de que la Ley de los Órganos Reguladores Coordinados en Materia Energética en su Artículo 6º dice que “en caso de que la Cámara de Senadores rechace la totalidad de la terna propuesta, el Presidente de la República someterá una nueva…”
Los legisladores opositores se sintieron timados. Interpusieron un amparo. Pero ayer el mandatario se les adelantó y eligió a los comisionados.
Los ánimos se caldearon en el segundo encuentro. Los candidatos y candidatas iban más preparados. No tanto para ocupar un lugar en el órgano constitucional autónomo, como para debatir y enfrentar a Xóchitl Gálvez y demás compañeros .
Llegaron con la espada desenvainada.
El desenlace no tuvo un final inesperado.
Andrés Manuel, como en el caso de la Suprema Corte, se impuso.
Ahora, en la CRE.
No sabremos si al burlarse del procedimiento violó también la ley, pues se desechará el amparo.
Por lo demás, siguió las reglas jurídicas.
Es el sello de la 4T: El Ejecutivo propone y AMLO dispone.
“Me canso ganso”, como diría el clásico.
Razones y Pasiones:
La muerte de Armando Vega Gil y los diversos movimientos de #MeToo, —de mujeres agredidas, violadas, golpeadas, hostigadas, discriminadas, asesinadas— revelaron el fracaso del Estado de Derecho.
Fracaso, porque ellas no encuentran en las instituciones de procuración e impartición de justicia medios para poder denunciar y ser escuchadas.
Al contrario, en los ministerios públicos son revictimizadas.
Viven en silencio la violencia.
Ante esta situación, recurren a las redes sociales como una vía de desahogo, catarsis, apoyo, etcétera.
Fracaso, porque los señalamientos pueden degenerar en escarnio público y violación del principio de presunción de inocencia.
Fracaso para todas las partes.
El Estado de Derecho está roto. Sin embargo, es el único camino para reconstruirnos como sociedad. Juntos. Hombres y mujeres. En igualdad.
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