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El diccionario define al amago como el inicio de un movimiento o acción que no llega a consumarse, así como el ademán que se hace de golpear o herir sin concretarlo. Y es que con el presidente Trump ya son varias las veces en que ha dado muestra de un carácter altamente inestable y cambiante. A su ya ahora proverbial obsesión por construir un muro que separe aún más a México de Estados Unidos, se suma la última ocurrencia del mandatario estadounidense: la de aplicar aranceles progresivos para someter a México comercialmente y obligarlo a contener de nuestro lado de la frontera a miles de migrantes centroamericanos.
Hay que recordar que ya en el pasado cercano Trump hizo otra serie de amenazas contra nuestro gobierno como la de expulsar a todos los indocumentados mexicanos que estuvieran residiendo dentro de territorio norteamericano (alrededor de unos 11 millones de personas) o la de que correspondería a nuestro país el cubrir el costo del muro fronterizo.
En esta ocasión, la imposición de un esquema creciente de aranceles contra los productos mexicanos que busquen ingresar a territorio estadounidense, está condicionado a un sobreesfuerzo por parte de nuestra nación para impedir, al costo que sea (incluso el de la fuerza armada), el paso de los migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos.
Ya se ha visto que Donald Trump es capaz de cimbrar y desestabilizar con uno solo de sus tuits a las bolsas de valores en todo el mundo, haciendo caer los índices bursátiles ante sus a veces irracionales exabruptos y arrebatos. Y es que debe tenerse en cuenta que gran parte de estas bravatas del mandatario norteamericano van dirigidas no solo a México y su gobierno, sino de manera soslayada a su rival China —país con el cual también ha dado los primeros pasos de una incierta guerra comercial— y hacia el electorado estadounidense, en especial a aquellos que lo llevaron a ocupar la Casa Blanca, como para demostrarles de lo que está dispuesto a hacer para defender a su país y hacerlo grande de nuevo, como fue su lema de campaña.
Ya llegó el momento para México de agotar todos los cauces diplomáticos y acudir a todas las instancias legales para impedir que se concrete la injusta medida. Queda claro que hay que evitar a toda costa que Trump cumpla su amenaza porque sería catastrófico no solo para la economía del país, sino también para la norteamericana, ya que miles de productos dejarían de llegar a la Unión Americana ante la imposibilidad de los productores y exportadores de cubrir tan injustos aranceles. Por el bien de ambos países, que todo sea solo uno más de los berrinches del vecino incómodo o de su retórica electoral.