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La inseguridad es un tema que ha estado presente en México desde hace al menos una década, ante la evidente omisión e indolencia de la autoridad en todos los niveles. El Inegi dio a conocer la semana pasada los datos de homicidios dolosos en el país durante 2017. La cifra es 27% mayor que la registrada en 2016… y este 2018 la curva delictiva sigue apuntando hacia arriba.
La información que ha publicado EL UNIVERSAL en los últimos días da cuenta de ello.
En Ciudad Juárez, Chihuahua, se registraron 30 ejecutados en menos de 48 horas. En un solo hecho 11 personas perdieron la vida el jueves pasado.
En al menos 30 localidades de Guerrero, Michoacán, Morelos y Tabasco, grupos de pobladores se han armado para hacer frente a grupos delictivos que los amenazan si no acceden a pagar “derecho de piso”. En sus localidades, los cauces institucionales para hacer frente a la delincuencia, simplemente no existen o no tienen la capacidad para ello.
En entrevista que se publica hoy, el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, reconoce que hay debilidad institucional: “Llevamos más de ocho años discutiendo el modelo de policía que deben tener los municipios”. A pesar de que el funcionario adjudica el retraso al Poder Legislativo, eso no ha sido motivo para que por iniciativa propia las autoridades equipen las corporaciones policiacas de manera adecuada en el combate al crimen o apuesten por adoptar un modelo de seguridad eficiente.
En el diagnóstico coincide el fiscal general de justicia del Estado de México, quien afirma que en municipios mexiquenses han hallado casos de protección de mandos policiacos a bandas criminales.
También este lunes se da cuenta de la situación que vive Jalisco, que se ha convertido prácticamente en un campo de batalla, en especial su capital. En esa entidad 2018 apunta a que será el más violento de los últimos tres años. En 2015 hubo mil 19 homicidios dolosos, en 2016 fueron mil 153, para 2017 la cifra subió a mil 342, en el primer semestre de este año se han cometido 882. El 73.6% de los casos han ocurrido en Guadalajara.
Situaciones como las descritas no son exclusivas de esas regiones, se reproducen también en otras zonas. Más allá de la palabra que se use para definir la situación actual de inseguridad en el país: “guerra”, “crisis”, “problema severo”, la realidad es que en decenas de ciudades la vida cotidiana se trastocado por los índices delictivos.
Hay diagnósticos que señalan las debilidades, pero las soluciones no llegan. ¿Cuánto más tendrá que esperar la ciudadanía para que la autoridad les garantice seguridad?