Cada tantos años, con cierta regularidad que no he calculado con exactitud, pero de la que no dudo en absoluto, releo los testimonios de la experiencia vivida en el campo de Auschwitz por Primo Levi (1919-1987).

Hay una especie de ciclo en el que la energía de esa lección doliente va desvaneciéndose y mi metabolismo de lector me exige regresar a las páginas terribles e inmensamente lúcidas; siento entonces la necesidad imperiosa de volver a establecer contacto con la mente de Primo Levi, uno de los testigos centrales, cardinales, de la tragedia del siglo XX. Algún alma sencilla dirá que se trata de una proclividad morbosa, de un gusto por los espectáculos fuertes. Cada quien sus opiniones, sus juicios.

He tenido varias ediciones de esos libros de Levi; las he perdido una tras otra a lo largo de las décadas. Conservo un par de títulos en ediciones de bolsillo, y en inglés. Hace poco, por fortuna, me hice de una edición en español que trataré de conservar; tiene un valioso prólogo de Antonio Muñoz Molina (“El testigo sin descanso”) y se titula Trilogía de Auschwitz. Contiene los libros Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados; tiene el sello editorial de Océano y fue publicado en 2005: supongo que en 2019 ya es un libro “viejo”, debido a los ritmos vertiginosos del mercado actual. La traductora, Pilar Gómez Bedate, hizo un trabajo impecable.

En el principio mismo de la trilogía, Primo Levi escribe algo desconcertante: nos explica que “tuvo la suerte” de ser deportado a Auschwitz en 1944. Esto se aclara pronto, en cuanto se piensa en las fechas: si hubiera sido llevado antes al campo de exterminio, seguramente habría muerto en las cámaras de gas; en 1944 faltaba no mucho tiempo para la liberación del infierno nazi con la llegada del Ejército Rojo y su avance indetenible hacia el oeste, hasta la caída de Berlín y el fin de la guerra.

Primo Levi es un gran escritor. La frase suele utilizarse a la ligera. ¿Qué quiere decir? Para mí, la grandeza de un escritor consiste en su capacidad para modificar el curso de la literatura de su tiempo y en su fuerza para hacerlo de una manera verdaderamente fecunda; eso hizo Primo Levi. Pero, preguntamos, ¿son literatura los testimonios del Holocausto? Sí, en manos de un escritor como Levi. La Trilogía de Auschwitz forma parte de la gran literatura de una época que no tenemos más remedio que seguir llamando “nuestro tiempo”.

Las imágenes de los cuerpos desgarrados, consumidos, de los sobrevivientes del campo nazi nos marcan para siempre, como lo sabe todo aquel que haya visto Noche y niebla, de Alain Resnais, documental en el que también puede verse la destrucción total de la vida, los cadáveres hacinados.

En sus libros, Primo Levi nos cuenta cómo su mente sobrevivió; lo hace con una serenidad imponente. Decir que su escritura es admirable es decir muy poco. Es una luz enorme en las tinieblas.

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